Para muchos de los lectores de este blog, algunos compañeros de los tiempos de la tienda Robby (que ahora cumple veinte años desde su inauguración), el Blood Bowl ha
sido un entretenimiento conocido y querido desde hace muchos años; para
el que suscribe, incluso, una fiel compañía desde 1995 (sí, ha llovido
mucho desde entonces), cuando primero a nivel particular y luego en la
desaparecida tienda Robby, tuve la oportunidad de compartir ligas y copas con grandes entrenadores: Toni Betrán (ahora guionista para Gormandía,
entre otros), los hermanos David e Iván Bonell, Nacho Nebot, los
hermanos Pau y Gonzalo Rustarazo, Tony Kessler, José Miguel Devesa Rosso y tantos otros con los que disfrutamos de uno de los pocos juegos de Games Workshop realmente redondo y que no suponía un sangrado para sus seguidores en cuanto a miniaturas.
Así pues, cuando conocimos la publicación del Blood Bowl en
cartas, y más tras el considerable éxito de calidad conseguido con el
juego para ordenador, comenzamos a frotarnos las manos: A poco que
hubieran asimilado parte de la esencia del juego original, su versión en
cartas sería tan buena a mejor que este. Y no nos hemos equivocado.
La mecánica recrea “momentos estelares” de una temporada de Blood Bowl, siguiendo a cada entrenador a medida que su equipo crece, de ser unos medianías del montón a plagarse de estrellas, entrenadores ayudantes y bonificadores que harán aumentar los hinchas que, al fin y al cabo, son el reflejo que el juego implica en la fama de cada equipo y, por tanto, el objetivo final de su desarrollo.
El sistema se aprende rápido y permite tanto el juego ocasional como el Torneo o la campaña, ya que los equipos “crecen” y mejoran en las cinco rondas completas de juego. El defecto que podamos encontrar es que, según a qué decida jugar cada cual, durante las últimas temporadas podemos acabar teniendo una cantidad excesiva de cartas que afectan al juego y que no siempre son fáciles de controlar (las partidas que hemos desarrollado siempre han tenido un componente del tipo leñe, se me ha olvidado usar esta carta que hacía…)
A pesar de ello, como decíamos en el título, un feliz descubrimiento. Esperamos que nos depare muchas horas de diversión.
Valoración: 8/10
por José Vilaseca (editado en la web de La Alianza del León, sin valoración, en junio de 2012)
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