miércoles, 18 de septiembre de 2013

¿La indecencia vale veinte millones?

La pasada semana, varios medios de comunicación se hacían eco de la renovación de Cristiano Ronaldo, jugador de fútbol del Real Madrid (supongo que la aclaración será innecesaria, pero creo que puede haber alguien que necesite alguna pista más). Periodistas y blogueros se echaban las manos a la cabeza debido a las cifras que se manejaban, apuntando a un sueldo anual de veinte millones de euros, limpios de polvo y paja; a algún juntaletras le llegué a leer que era, literalmente, una indecencia, esperando supongo que el muchacho renunciara alegremente a cobrar ese pastizal.

Quizá mi opinión no sea muy objetiva porque, en primer lugar, me gusta el fútbol, y eso ya debería ser una circunstancia atenuante. Y, además, si mi corazón de hincha es granota, alguna vena de mi cuerpo que no sea azul o roja, tiene un puntito merengue, herencia paterna. Intentaré ser lo más objetivo posible, aunque con estos precedentes va a ser complicado.


Imagen extraída de www.mundodiario.com

Cristiano Ronaldo me parece un buen profesional de lo suyo. Y, teniendo en cuenta que lo suyo es tanto marcar goles y dar pases, como vender camisetas y anunciar al Banco Espíritu Santo, pues supongo que el señor que le paga sabrá valorar ambas cuestiones, y llegar a la conclusión de que títulos y gorras de Nike le van a suponer más ingresos que ese gasto fijo de tres mil y pico millones de las añoradas pesetas. Quizá a mucha gente no le caiga demasiado simpático (esos arrebatos de querer ganar hasta al Teto, que es la forma posmoderna de decir mal perder, le restan puntos en los concursos de popularidad), pero su hambre de gol y el hecho de que se meta en el cuerpo 3000 abdominales diarias, me parece bastante meritorio (sobre todo por el hecho de que me veo incapaz de hacer esto último, aún sea a fuerza de voluntad)

A partir de este punto, cualquier cábala acerca de lo que cobra es, o bien un ejercicio de demagogia (sí, ya sabemos que su trabajo es menos necesario que el de un médico), o directamente, de pura envidia. Entiendo que es lo que se llama un trabajador especializado, que puede ganar aquello que otro esté dispuesto a pagarle, y que, si sirve de comparación, ya en la antigua Roma, gladiadores y aurigas eran particularmente cotizados. Además, el dinero que vaya a engrosar su cuenta saldrá de las arcas del Real Madrid (del que no soy socio), de los bolsillos del tito Flo (del que no soy heredero), o, en último término, de Bankia (que, salvo nuevos rescates bancarios, no soy cliente), por lo que no me afecta en absoluto.

Me afecta bastante más saber, eso sí, que mi dinero en forma de impuestos va, directamente, a la cuenta de paniaguados puestos a dedo, en cargos de asesor, de personal de confianza, de delegado sindical, de consejero delegado, de laboral del estilo te coloco porque no puedo abrir una oposición solo para ti, pero dame tiempo, dame... y otra sarta de hijos de la gran puta que dudo mucho que vendan camisetas, gorras, banderines y zapatillas, o marquen goles. Más que nada, porque Cristiano Ronaldo, o Messi, o Ivanschitz, el austríaco del guante en la bota, hay solo uno de cada... pero de las garrapatas arriba mentadas hay decenas de miles...

Y lo peor es que, si al luso le quedan cuatro o cinco años de vida en la élite, a los otros chacales los tenemos que aguantar hasta su jubilación o, en el peor de los casos, antes de eso, si cobran su retiro dorado convenientemente blindado por baja forzosa o similar. En el caso, claro está, que el muchacho del 7 a la espada no se lesione y su carrera quede truncada (cuando, cierto es, a los otros les da igual lesionarse o no, porque piensan chupar del bote el tiempo que haga falta)

Por eso, cuando abuchean al muchacho este del six pack y las piernas musculadas, y cuando lo apuntan con láseres para deslumbrarle, me pregunto cuántos láseres habría que apuntar al resto de mamones que nos están desangrado... y cuántas balas de fusil deberían ir detrás...

José Vilaseca