lunes, 12 de enero de 2009

Miniaturas que se reproducen por esporas (Los misterios del almacén...)

Hola a todos, y Feliz Año:

Siento esta prolongada ausencia. Para los que me apreciáis, simplemente confirmar el hecho de que una familia, una casa, un trabajo y muchos hobbys son combinación suficiente como para tener poquito tiempo libre y la cabeza algo embotada; para los que me odiáis, pues no os voy a quitar la ilusión vital de imaginarme maquinando maldades, robos de correos, suplantaciones de personalidad y un largo etcétera de perversas don pimponadas (seguro que a estas alturas, el Cortizo de los cojones esta sacudiéndose la colita. Démosle un segundito que termine y se una a la fiesta...)

Como iba diciendo, a pesar de que son épocas de saturación post-navideña, resulta un buen momento de hacer balance de lo divino y repaso de lo humano... y stock en el almacén. Y, no me preguntéis cómo, en nuestra tienda, de año a año, las miniaturas deben aparearse y criar, porque crecen en cantidad y diversidad hasta el punto de perdérseles la pista...

Hablaba Terry Pratchett, jocoso autor de la saga Mundodisco, que las bibliotecas crean agujeros negros y portales dimensionales que consiguen acumular más libros de los que físicamente cabrían en el espacio de las mismas. Supongo que El Corazón del León tiene también alma de biblioteca mágica, y las minis aparecen como por arte de hechizo, y crecen como hongos en tierra húmeda, hasta el punto de completar ejércitos de los que jamás había comprado antes una sola miniatura, por poner algún ejemplo.

Ya sé que buena parte de esas miniaturas acaban en las cajas y cajones por un motivo menos lírico, y que son producto de la simple y seca mala baba de algunos de nuestros antiguos clientes. Así, gentuza que no tiene reparo en escarbar mi correo electrónico a ver si lo encuentra en Badoo o en Potamicuerpo (Miki Díaz y Javi El Escayolista Embarazador son dos ejemplos que descubrí, casi por casualidad, cuando alguien trató de enlazarme a una de esas webs donde no solo no he estado nunca, sino que no se me ha perdido nada), son algunos de los que se marcharon demasiado deprisa como para recoger alguna de sus miniaturas que, ahora, dormitan por los rincones del local.

Más sangrante puede ser el caso de Merovingio, niño rico venido a menos del inefable Grupo Boxx que, después de encargar miniaturas pintadas hace como cuatro largos años, no solo no ha vuelto a pisar la tienda (ni se le espera, sinceramente...), sino que no tiene reparo en que el masturbador citado en el primer párrafo intente (sin éxito), reivindicar su estupidez reclamando a grito pelao y en foro desértico que, aparte de almacén gratuito, nos convirtamos en un SEUR de los sin-techo y nos dediquemos a devolver las miniaturas perdidas puerta a puerta.

Extendida es la moda del Oye, ve tu a la tienda del cabrón ese y pídele mis miniaturas, que a mí me entra la risa..., reservada generalmente a los gallos menos valientes del corral. Mi consejo SIEMPRE es que nadie sea mensajero de cobardes, y, además, la norma de la tienda reza desde hace tiempo que si uno es capaz de insultar y de ofenderse en persona, qué menos que haga lo propio cuando toca dar la cara y que te la coloreen, a fuerza de perder o recuperar tu material. Mal me sabe que algún amigo de la tienda se vea entre la espada y la pared por culpa de la doble moral de otros...

Evidentemente, no todo es maldad y rencor en la reproducción miniaturil... Simples olvidos, o gente que no sabe qué hacer con una miniatura después de un tiempo y prefiere que se la quede la tienda. En estos casos, apelamos a la memoria del abajo firmante, que trata de recordar no sólo de quién es cada miniatura, sino cuando la "abandonó" en el refugio de la tienda, y que espera un tiempo prudencial (a todas luces, excesivo), para "apropiarse" de la misma, con más resignación que alegría. Así, tenemos baterías completas de lanzavirotes, unidades de tres tipos distintos de elfos, incontables pieles verdes, y todo tipo de pieza tanto de fantasía, como de ciencia ficción, históricas e inclasificables.

Como se dice el pecado y no el pecador, y no me apetece recibir una súbita e improvisada retahíla de visitas de (ahora) indeseables ex-clientes, palmeros y tocahuevos semi-profesionales, para que comprobemos que el delito de abandono de miniaturas (y no solo miniaturas) está bastante extendido, comentaré que en las mazmorras del Vil Vilaseca sobreviven brujas elfas del secretario de una Asociación venida a menos, esqueletos y no tan esqueletos de un activo Gran Fortalezo (que siguen sin pintar, mientras sigan sin pagarme...), olvidos alicantinos que tampoco dan pésames (ni puñetera falta que hace), alguna que otra miniatura de Alejandro Magno de las que el presidente de cierta Asociación se olvidó ROBAR el día que intentó saquear nuestras estanterías (supongo que todas las regalaría al concejal de turno, ese que le ayuda con los mangoneos de las subvenciones, y luego lo putea cambiándole de local, la última semana, el Torneo warhammil...).

También tenemos venablos hindúes del hijo del padre que tanto gritó por teléfono y tan pocos cojones ha tenido de hacerlo delante de mi feo careto, y zombies mal pegados del patrocinador de Ramones (nada que ver con el grupo de rock). Por no hablar del propio Ramón que, ahora que su embarazador particular se lo paga todo, todo y todo, debe haberse olvidado de que una vez jugó a Warmachine... Y, por último, tengo un par de piezas de un señor que no ha hecho honor a esas cinco letras, y que ha inspirado este artículo; y que, como le dije a mi querido egipcio después de que trataran de colocarlo de mensajero vía telefónica, mejor que se pase él en persona...

Como os dije, la vida del tendero friki no solo es diversión, juegos, campañas y Torneos, ganancias y pérdidas, y clientes que entran y salen de la tienda según el viento que sopla... Por desgracia, la vida del tendero friki son estas y muchas otras miserias que ya habéis leído, o que aún os quedan por leer. Menos mal que la vida nos coloca a todos donde nos corresponde...

JOSE VILASECA