miércoles, 11 de febrero de 2009

Lo que vale un cadaver...

Veo poco la televisión. No por un elemento progre-cultureta, sino por un aspecto práctico: Es del todo estúpido ver un minuto de anuncios por cada tres minutos de programa, cuando ese programa lo puedo conseguir de forma legal, o ilegal, sin necesidad de que me recuerden que Ariel lava más blanco o que mi coche es una caca de vaca y que no me gusta conducir porque no luzco BMW bajo mis cataplines. La penúltima vez que fui capaz de permanecer más de dos horas frente a un canal de televisión, caí en la tentación de pulsar el "1" en varios descansos publicitarios y me encontré a Aída cantando A las barricadas, a los parapetos durante la gala de los Goya (aún siento escalofríos), así que...

Sin embargo, aún soporto los canales tradicionales gracias a las series (C.S.I, House, Camera Cafe, El Mentalista...) y por Sé lo que hicisteis... que, aunque últimamente más gamberro e incluso en ocasiones barriobajero, sigue ofreciendo una panorámica bastante realista (o sea, desalentadora), de lo que es el periodismo rosi-amarillo en nuestro país. Y gracias, precisamente, a los resúmenes que este programa hace de la carnaza de la competencia, me he enterado de la penúltima que ha tenido que ver y vivir el espectador patrio.

Como no me apetece extenderme demasiado en flagelar al infiel, precisamente porque a base de flagelos y cilicios hacen caja estos mataderos televisivos, comentaré que hace una par de semanas, el cantaor, bailaor y atropellaor Farruquito, hizo su aparición en plató después de cumplir una parte de la condena que el juez le impuso por arrollar mortalmente a un peatón, darse a la fuga y acusar luego a un hermano, un cuñado o un primo (porque la etnia a la que pertenece tiene, sobre todo, primos... y a nosotros también nos toman como primos de vez en cuando).

Tamaña demostración de honor y valor, que de haber sido al contrario (payo atropella a gitano), se hubiera resuelto a base de tiros y navajazos (baste recordar el triste caso del camionero en Nazaret... ), aquí se recompensó con un jugoso cheque y una horita y media de caras largas en prime time (lo que ya no debe sorprender a nadie, viendo lo de Julián Muñoz o lo de la novia de Antonio Puertas, el agresor del profesor Neira, y su puñetero padre -el de la novia, evidentemente-).

Después de preguntarle una serie de chuminadas, en lugar de escupirle a la cara y marcharse del plató como deberían haber hecho de tener un mínimo de decencia, los periodistas jugaron a ser más éticos que nadie, abriendo un debate acerca de lo adecuado de la presencia del zapateador en dicho programa, que es la manera que tienen muchos plumillas del corazón de justificar su labor después de entrevistar a gentuza con determinada catadura moral...

Hasta aquí, nada escandaloso visto los mimbres que tenemos para hacer según qué cestos... Pero lo que ya me ha crispado definitivamente y me ha animado a apretar el botón de se pare el mundo que me bajo en la próxima ha sido comprobar cómo a un concursante de un reality recién estrenado de esos que da la vuelta al mundo en 80 días tipo Willy Fogg, se le animaba a abandonar (que es una manera sucia de decir te vas o te tiro), porque, más de una década atrás, mató a sus padres.

Partamos de la base de que un parricidio me parece una aberración con escaso perdón, pero... ¿qué clase de moral decimonónica nos anima a pagar a un calé para que cuenta en directo sus miserias después de atropellar a un hombre, y nos horroriza que otro, que a buen seguro hubiera preferido olvidar su pecado de juventud, se presente en un concurso y sea expulsado por un pasado que no hay querido airear?. ¿Qué diferencia, aparte de la fama, la imagen y la puta corrección política, hace más perdonable un crimen que otro?.

Empieza a dar miedito que los quince minutos de fama de cada cual den para tanto... y que haya tan pocos escrúpulos a la hora de dar bola a delincuentes frente a la caja tonta...

JOSE VILASECA HARO

lunes, 2 de febrero de 2009

A mí es que los Goya me tocan lo que rima...

Ayer, decidido a no soportar la ceremonia de entrega de los Premios Goya, organicé mi velada con un entrante de Sr. y Sra. Smith, un picoteo de zapping evitando La 1 en la medida de lo posible, y un postre de Aliens, el Regreso, que disfruté hasta que el sueño me venció, a eso de las 2 de la madrugada.

Por desgracia, uno es humano y, en algún que otro descanso publicitario de la correcta película de la Jolie y Brad Pitt, se me escapó el mando y aterricé entre glamour y horteradas, buscando con cierta esperanza ver la entrega de un premio. Mala elección. Las pocas veces que la tentación me venció acabé viendo a Carmen Machí, bastante horrible embutida en un modelo que no le favorecía en absoluto, tratando de improvisar chascarrillos modelo progre sobre el Opus, las escuchas del PP madrileño y otras memeces que me recordaron que, por desgracia:

1.- Ayer fue la fiesta de los perroflautas subvencionados que se manifiestan siempre que pueden al lado de Peta Zeta.
2.- Todavía se reúnen anualmente para quejarse de la crisis del cine español, rollo que les dura desde que Sara Montiel se fue a hacer las Américas con el virgo intacto (más o menos cuando los dinosaurios se cazaban con lanza...)
3.- El maikeljakson
y 4.- Y todo esto luciendo bolsos de Prada y vestidos de Valentino, frente a un país del cual 3.200.000 de fulanos están en el paro, que se dice pronto.

Si no es motivo suficiente para flagelarlos a todos, puestos en fila, con las obras completas de José María Pemán, como mínimo, es que esta es una vida muy injusta.

Echándole cojones a la cosa, y después de pensar dónde estará el espíritu comunista de la prota de Aída, que mientras se cisca en el capitalismo vía coña dominical, debe sonarse los mocos con los billetes que le ha reportado su serie poligonera en Tele 5, me quedo unos minutitos para ver cómo se premia a una muchacha por participar en una película rodada por un americano fóbico a los galardones, y para ver cómo un puertorriqueño se lleva el gato al agua por hacer de argentino en una película rodada... por un americano.

Abro un paréntesis para preguntarme si los retrasados mentales que organizaron el baño de multitutes para Pe y Benicio, fueron los mismos que el pasado año, o el anterior, se pasaron por el arco del triunfo a otro Del Toro, Guillermo en esta ocasión, olvidándose de la españolidad de El Laberinto del Fauno y perdiendo la oportunidad de rascar un saco de premios es Jolivú, que es donde verdad valen las estatuillas y no ese busto de Goya de baratillo con la cabeza rajada por una cámara de las viejunas...

Supongo que con ese mismo rasero debieron de preferir a la histérica de López de Ayala en lugar de a la sobria Nicole Kidman (quizá por ser demasiado americana... a pesar de ser australiana), o de haberse olvidado por completo en esta edición de los protagonistas internacionales de Los Crímenes de Oxford.

Se olvidaron igualmente los rojillos de turno de los pañuelos palestinos y de las peganitas de No a la guerra... a pesar de que hay misiones militares españolas en medio mundo pero, claro está, ahora no hay ningún presidente del PP, sino un amigüito gracias al cual la mitad de los presentes en la ceremonia se dejaron filmar en un video de infausto recuerdo haciando la "^" con los dedos sobre la ceja, supongo que indiferentes de si el candidato Rodríguez Zapatero, mentía o "se equivocaba" acerca de la crisis, del pleno empleo, y de tantas otras cosas más que, a los Bardemes, Bosés, Victor Belenes y Anas Manueles se las debe traer al pairo porque, como buenos comu-socialistas que son, ellos con quejarse de la piratería tienen suficiente.

Salvando a los muchachos de Muchachada Nui, que demostraron que la mitad de la platea no tenía ni puta idea de humor, pues preferían reírse del traje de piscina y la barba de cuatro días del cada vez menos gracioso Corbacho, antes que de las coñas marineras de los chanantes, poco más se puede sacar del festín, salvo a alguna jaca espectacular (léase Jose Toledo), y una sensación de tedio que no se esfuma ni con un retardo de 30 minutos para cortar paja.

Lo dicho, que como soy un facha malote, esta demostración de buenrollismo me sentó como una patada en los cojones, sobre todo porque me enferma que gente que cobra en un mes lo que yo cobraría en una vida venga a dárselas de antisistema y que no sientan vergüenza alguna en el proceso

JOSE VILASECA