miércoles, 11 de julio de 2012

Hoy soy un poco más escritor que ayer...

Hace mucho tiempo escribí, en esta misma página, que por mucho que se asociara mi imagen o mi persona con el hobby (Warhammer, miniaturas, juegos de mesa, asociaciones lúdicas, etcétera...), tanto en un aspecto positivo como en mi perfil de ogro comeniños y mano negra, lo que en realidad me había gustado "desde siempre" era escribir.

Recuerdo y cuento como anécdota que mi primer "gran regalo" de crío fue una máquina de escribir, una enorme y pesadísima Remington, negra como el carbón, de esas que salen en las películas de la Segunda Guerra Mundial, con un ruido ensordecedor y que a veces saltaba las letras. Tenía siete años, poco más de lo que tiene ahora Josete, mi cachorro grande.

Desde entonces, mi labor de "manchafolios" ha formado parte de mi vida, más íntimamente incluso de los juegos de sociedad o las cartas coleccionables. Algunos de los amigos que nos acompañan de vez en cuando, han sido mudos testigos o incluso críticos de mis creaciones. Ya la presentación de PADRE MUERTE, hace casi tres años (¡cómo pasa el tiempo!), reunió a la práctica totalidad de los que ahora somos parte integrante de La Alianza del León, así como a muchos miembros de mi familia.

Después de cuatro años de existencia de este blog, ha habido momentos para la hiel y la crítica más feroz (que haya sido comprendida, o compartida, es cuenta aparte). Incluso le hemos dedicado algo de tiempo y espacio a juntaletras con pretensiones, para los cuales "una edición completa" son cien puñeteros libros, o en los que "la más moderna fantasía épica" supone una transcripción casi literal de sus andanzas como masters roleros... Hoy, palmeros, abrazafarolas, dictadorzuelos, asociaciones fagocitarias, campeones de la muerte y otra fauna quedan en un segundo plano, y la reducción de los artículos en este blog no significa que me quede poco que decir... sino que lo estoy "diciendo" donde toca, y el tiempo que antes dedicaba a personajillos que no merecían mi auténtica atención, lo estoy empezando a invertir donde corresponde.

Precisamente por eso quiero compartir con vosotros una noticia más que feliz. SIDI (MI SEÑOR), novela histórica que escribí a lo largo de 2010, ha sido premiada con el VIII Certamen de Novela Histórica "Ciudad de Valeria" (si a alguien pudiera interesarle la reseña, podéis encontrarla en: http://www.vocesdecuenca.com/frontend/voces/SIDI--mi-Senor--Del-Autor-Valenciano-Jose-Vilaseca-Gana-vn20518-vst83 - Hay más reseñas, pero esta fue la primera)

Supongo que habrá tiempo de hablar de la novela, de criticarla como merece, de verla editada (pues parte de la dotación del premio incluye, precisamente, su edición), pero para ello encontraremos otras vías; sirva esta nota, simplemente, para compartir mi felicidad.

Una felicidad dual, todo sea dicho de paso: La parte más clara y limpia de esta alegría es por mi mujer y mis hijos, que me inspiran y soportan mis desvelos, o por mi madre, que tanto ha tenido que leer por simple y sincero "amor de hijo". Por mi hermana, que se animó a darle una oportunidad a SIDI (y, por lo visto, no la ha defraudado), o por mi padre, que ya no está. Por el resto de mi familia y de mis amigos, que conocen hasta qué punto es importante este reconocimiento para mí.

Pero, la parte más oscura, pues no soy más que un pecador lleno de defectos, es precisamente porque un éxito como éste es una buena colleja para todos aquellos que me han deseado lo peor, que se han reído de mis desgracias, o que esperaban mi fracaso... que son unos cuantos. Aquellos que han sido capaces de negarme el pésame por mi padre, habiendo comido en la misma mesa que él, o a quienes han hecho correr el bulo de que servidor de ustedes había muerto (sí, hasta ahí llega la doblez de algún hijo-de-tal).

Quizá mañana, o la próxima semana, haga un hueco para explicaros la trama de SIDI, o pueda extenderme en los personajes, o en el estilo... Quizá cuando llegue agosto, y la buena gente de Valeria tenga a bien homenajearme, comparta con vosotros imágenes y sensaciones. Pero hoy quiero acordarme de los que me acompañaron en esta travesía: De los que remaron conmigo, de los que me jalearon y animaron desde la costa... y de los hijos de perra que apuntaron, con obras y palabras, a mi línea de flotación.

Va por ustedes.