Con mis mejores deseos de que esta haya sido una Semana
Santa inolvidable para todos, les traigo de nuevo esta curiosa mezcolanza de
historia y tradición, recreación bélica y religiosidad, con una llamativa
guardia que, a pesar de tener bastante tradición en nuestra Semana Santa
Marinera, apenas pudimos disfrutar unos años gracias al trabajo de la Hermandad
del Cristo del Perdón.
Se trata de la GUARDIA BIZANTINA (que, en su momento, fue
conocida como Guardia Vicentina en su
forma popular), y que representa las tropas de Bizancio, el Imperio Romano de
Oriente, fundado por Constantino I allá por el 330 después de Cristo. A nivel
histórico, fue de gran influencia como bastión cristiano durante las primeras
Cruzadas pero para el mundo occidental, su ruptura con el Imperio Romano de
Occidente y, posteriormente, su distanciamiento con el Sacro Imperio Romano
Germánico, lo convierten en unos grandes desconocidos.
A pesar de ello, tanto Constantino como la emperatriz
Elena consiguieron grandes hitos para la Cristiandad: El empleo generalizado de
la cruz como símbolo del cristiano (a diferencia del pez durante los primeros
tiempos), la búsqueda de los lugares santos y de las sagradas reliquias (el
Santo Sepulcro, los clavos de la cruz o clavi
sacra, etc…)
Ciertamente, existían muchos distintos tipos de guardias
bizantinos, sobre todo porque su posición estratégica hizo que gentes de todos
los lugares viajara a Constantinopla como mercaderes, siervos y mercenarios, y
ofreciera sus servicios a uno de los mayores reinos de Oriente. Por ejemplo, la
guardia varangia o varega , que sirvió de escolta personal a los emperadores
bizantinos, tenía procedencia nórdica (vikinga, al comienzo, y danesa y
anglosajona posteriormente), y estaban armados con grandes hachas. Salvo algunos
detalles en las capas y los escudos, poco se distinguían de los piratas que
asediaban las costas del Mar del Norte.
La guardia bizantina, al igual que sus coetáneos
occidentales, se equipaba con una armadura laminada o anillada (atrás quedaron
ya los años de la lórica segmentada del clásico legionario romano), y con
varios tipos de escudos.
La infantería portaba, generalmente, escudo ovalado
llamado skuta, que le permitía
combatir con una nueva forma de lucha, importada de las últimas invasiones
germanas, llamada muro de escudos, de
corte mucho más defensivo que la falange o la manípula. Otros, generalmente la
infantería ligera y la caballería, portaban otro, redondo, de unos 70 cm. de
diámetro llamado thureos.
Las armas que portaban era, básicamente, una pequeña
cantidad de lanzas cortas, arrojadizas, que les permitía acabar con los blancos
cercanos una vez levantaban el ya mencionado muro de escudos. Una lanza más
larga, de unos tres metros y medio de largo, llamada kontos o kontarion que
les permitía combatir a media distancia, y una espada larga, muy similar a la
que importaron los bárbaros en sus últimas escaramuzas, y que “jubiló” al
gladius en esta nueva forma de lucha.
La espada o spathion,
de doble filo, medía poco menos de un metro de longitud, y nos recuerda a la
gran mayoría de las espadas medievales, con el detalle de la empuñadura, de
corte oriental.
La guardia bizantina que hemos visto desfilar en nuestra
Semana Santa Marinera, respeta la forma de la coraza, el faldón y la espada,
aunque erra en el diseño del escudo, que debería ser ovalado en lugar de
rectangular. Del mismo modo, el casco bizantino tenía claras reminiscencias
orientales (ligeramente ovalado, rematado en punta en muchas ocasiones, y con
plumas caídas), mientras que en el caso de nuestros soldados observamos un
casco muy parecido al de los legionarios romanos de la época de Claudio o
Tiberio.
A pesar de ello, hemos de elogiar el esfuerzo por
mantener viva una tradición de la que apenas quedan testimonios gráficos
(agradeceríamos que alguien compartiera con nosotros alguna imagen de aquella
guardia bizantina primigenia), y que sin duda forma parte de la herencia viva
de nuestra Semana Santa Marinera.
JOSÉ VILASECA HARO
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