jueves, 28 de agosto de 2008

La diferencia entre una mujer y un chocho con patas

No, no se trata de ningún chiste machista; como sé de buena tinta que me visitan respetables féminas, no provocaré su ira y dejaré claro, desde el principio, que el artículo de hoy no tiene nada que ver con las coñas de la mujer en casa y con la pata quebrada. Vaya el aviso por delante...

Lo cierto es que, viviendo una época especialmente plácida con mi mujer, y teniendo la suerte de compartir tiempo y espacio con mujeres con personalidad y carácter, empezando por mi propia madre, pasando por mis compañeras de trabajo y terminando por mis pocas pero magníficas clientas y amigas, me ha venido a la mente algunas de las mujeres que formaron parte de mi pasado y que me han animado siempre a pensar aquello de "los tres cerebros de las niñatas" que en su día ya expliqué precisamente en el artículo Jodida Niñata.

No solo fueron "candidatas" sino también amigas de las del paño de lágrimas y el hombro donde apoyarse; a diferencia de los adoradores del goblin apuñalador de sandías y la borrachera de la 3ª partida de Torneo warhammil, procuro alejarme siempre que puedo de histéricas gilipollas capaces de, al mismo tiempo, enfundarse camisetas reivindicativas y de mamarla como un botijo sin importarle que el propietario del "pilón mamado" sea un cabrón con pintas al que le cueste respirar y pensar a la vez... Por desgracia, no siempre lo he conseguido.

Quiero dedicar, pues, este rinconcito para todas aquellas que alguna vez "fueron" algo, y que ahora deben estar donde Cristo dio las tres voces (y no tengáis duda de que muchas se lo merecen...)

Uno, que ha sido precoz aunque no se note, se enamoró perdidamente con tan solo ocho años de una chiquita encantadora llamada Lucía, una preciosa niña rubia que ceceaba un poco (a su hermana se le notaba más), y que fue vecinita añorada y deseada mientras vivimos en la calle Mediterráneo. Supongo que aquí esperaréis que diga algo así como nunca me atreví a decirle nada y el mío fue siempre un amor secreto; pues no, apenas cumplí los nueve y Lucía ya sabía que me gustaba, que me parecía guapa y que no me importaba esperar diez años o más para hacerle media docena de Joselines... Aunque, claro está, no creo que en aquella época supiera cómo se hacían los Joselines, pero supongo que me entendéis... Que mi mujer ahora se llame Sara y sea morena supongo que servirá como prueba de que a Lucía no le interesó la oferta... o, si le interesó, nunca puso las condiciones encima de la mesa. Según tengo entendido, casi un cuarto de siglo más tarde, ahora ha tomado los votos. Jodó, espero que mi apasionada declaración de crío acostumbrado a Ulises 31 y a D'Artacán no tuviera nada que ver en su decisión...

La ventaja de convivir rodeado de cuarenta pililas (¿colegios mixtos?, ¿qué es eso?), es que tenías cuarenta colegas más o menos cercanos, y ninguna teta a distancia de carga por la que pelearte con tu mejor amigo. Supongo que, después de Lucía, la siguiente amiga / amada que pasó por mi viva fue Pepi Ros, a la que conocí en 2º de B.U.P. La verdad es que fue más amiga que amada, y recordarla, recordar aquellos momentos, me supone saborear de nuevo un caramelo agridulce.

La experiencia me dicta, y es lo que suelo comentar a los chavales que ronda los 16, que en esa edad, antes que una amiga, vale la pena tener un "rollo" o, mejor aún, nada. Porque a los 16 los tíos seguimos pensando en click de Playmobil aunque ahora tengan forma de miniatura de Warhammer, mientras que a muchas mujeres se les empiezan a despertar instintos contradictorios... que, por lo general, suponen que necesitan dos hombres: Uno que se las beneficie, y otro que ponga el hombro para que lloren porque se las han beneficiado... Ni decir tiene cual fue mi papel y, lo peor, es que fue un papel ALEGREMENTE ACEPTADO, porque me han parido como me han parido y el rol de cabrón con pintas (ayvá, otra vez este término por aquí...), nunca ha ido conmigo...

Así, Pepi, la amiga amiguísima de confidencia compartida pero beso ausente, la chica aventurera, llegó como un huracán desatado, con mucha fuerza pero dejando un erial de preguntas sin respuesta. ¿Y si le hubiera dicho si quería algo conmigo? No te atreves, claro, por no romper la "magia". Piensas que no quieres ser como "los otros", esos que se intentan aprovechar de ella (y de muchas otras), pero en tu fuero interno te cambiarías por ellos, ya que, a veces, ser hombre en la adolescencia es como formar parte del aparato digestivo: Si eres la boca, te lo comes todo... y si eres el ano, no haces más que ver mierda.

No quiero que penséis que me pasé la adolescencia mirándome el ombligo (entonces aún podía) ni matándome a manuelitas de esas que embrutecen el espíritu... Mientras soportaba estoicamente las ambigüedades de Pepi, andaba tras la caza de Patricia Valls, otra preciosidad rubia (como mi mujer, ¿no?...), princesa desvalida, frágil trozo de porcelana, a la que rondé como un capullo durante curso y medio. Patricia hablaba despacito y le quedaban poéticas marcas en las mejillas cuando lloraba (o, al menos, eso decía ella); supongo que en aquel momento pensaría que me estaba calzando a mi amiga Pepi porque, cuando le pedí salir, me envió amablemente a pastar al campo más cercano y, quince años después, las pocas veces que hemos vuelto a cruzarnos por la calle (la última iba con un bombo importante...), se ha cruzado apresuradamente de acera, como si en vez de declararme me hubiera ciscado en sus muertos. Así que mi bachillerato acabó sin poder tocarle un muslo a quien quería (Patricia) y con la vitola de haberle metido de todo menos miedo a Pepi (evidentemente, sin conseguirlo).

Como supongo que aquí llegaran lectores de todo tipo, respetables e hijoputas por igual, no me apetece lo más mínimo que me imaginen como soy ahora haciendo el gili como lo hacía entonces. In ilio tempore servidor de ustedes pesaba setenta y cinco kilos, y llevaba una talla 42 de pantalón cómodamente. Un bombón, y no es porque yo lo diga; más que nada porque ahora que cualquier sietemesino hace leña de mi sobrepeso, de mis canas y de los pelos de mis glúteos, que sepa que no siempre ha sido así... y que, precisamente cuando era un figurín no me he comido na de na...

Paréntesis cerrado, no quisiera dejar pasar la oportunidad de recordar a Mª Ángeles Concepción Pérez Ruescas (Marian para todos, Conchi cuando queríamos cabrearla); un intento de ligue y amiga que no fue lo primero ni dejó que fuéramos lo segundo, cuyo estado general era cabreado y tenía una palanca de cambios con solo dos velocidades: Gruñir y Rugir. No la entendí nunca, misógina y borde, siempre a la que saltaba, y forma parte de esa larga lista de personas a las que no me hubiera importado no conocer... Esté donde está, espero que la vida le haya dado lo que se merece...

Para terminar, mi paso por la primera madurez empezó mal (el primer año, trabajando por la noche y estudiando por las tardes, fue algo así como mi pene: Largo y duro); y continuó peor, encontrándome con la más diversa suerte de bombones de buen ver que parecían tenerlo todo bien claro, pero acabaron siendo la suma de todas las anteriores (amigas y chochos posibles), sumado a algunas que no he mencionado por falta de tiempo y, sobre todo, ganas...

Pero, claro, la hamburguesa nunca es tan grande, ni tan sabrosa, cuando te la ponen en el plato después de estar media hora viéndola en los rótulos del McLeches. Y el tenerlo todo bien claro claro se acaba convirtiendo en un ay, Jose, es que te quiero... como amigo, o peor el vamos a darnos tiempos porque mañana, ¿quién sabe?, más adelante... Lo que, traducido al cristiano, quiere decir soy una guarra que se va todos los "findes" a la discoteca a pasarse por el pedrusco a uno nuevo cada sábado; cuando necesite al padre de mis hijos y tenga claro que no vas a ser un cerdo salido como los que me trajino, igual me acuerdo de tí... Mientras tanto, como esto es un "dar y recibir" (ellas dando por el culo, yo recibendo largas y más largas...), pásame los apuntes corazón, hazme este trabajito, vente a tomar café que te ponga los dientes largos, vámonos al cine que hoy me han dejado tirada como una colilla, etc...

Afortunadamente, una experiencia inigualable en mi vida (cinco meses en una Escuela Infantil, a cargo), me hizo darme cuenta que el juego del todas putas como dirían en Forocoches no era el mío, y, cuando había perdido las esperanzas... apareció Sara en mi vida. Sara, mi mujer, la madre que mis hijos, la que me soporta y la que, con "los rubios", me hace levantarme cada día con una sonrisa. Por cierto, tiene cojones... pasarme la vida enamorado de rubias, convivir con una morenaza y engendrar dos rubiales...

En fin, que siempre hay un oasis femenino rodeado de desierto, lleno de zorras y perras... Mi mujer es mi oasis, claro está, pero no es el único. Conozco a un tal Josep que tiene cerca un oasis joven y animoso, que todavía me hace creer que las adolescentes no son todas gilipollas (supongo que la jodida niñata de hace un par de meses no es modelo sino excepción...). Incluso aquí, en mi trabajo, hay mujeres que bien pueden ser oasis para los hombres que tengan cerca; de corazón espero que Lydia encuentre pronto el caminante perdido que se refresque en sus aguas...

Y hasta aquí la lección de hoy. No sé lo que podéis sacar en claro, pero, por mi parte, he sacado una mujer a la que amo y un hijo que lo es todo para mí. Dicen que no hay nada que no arregle un buen final... y creo que tienen razón

JOSE VILASECA

2 comentarios:

Rigg Veda dijo...

Juas... me ha parecido estar leyendo por momentos la historia de mis escarceos... :(
Mira que de estas cosas ya habíamos hablado... pero parece que al leerlas impacten más... en fin... igual que tú yo también encontré tras mucho andar a la mujer de mi vida... y también es morena... :P Eso sí... antes pude comprobar la de "PERRAS" que hay en este jodido mundo...

FN249 dijo...

Coincido y remarco tu frase de las mujeres necesitan dos hombres , y que a uno lo utilizan como saco de lagrimas , cuantos recuerdos me han traido a la mente tus palabras !! , y ahora repasando puedo recordar que mas de alguna ha quedado en el camino como una amiga y algunas otras , las muchas , desearia no haberlas conocido , pero bueno forma parte de la vida y hay que aprender de ello , nada tan bueno como la experiencia , y nada tan bueno como encontrar un oasis en medio de tanto desierto .

y tambien queria decir que no solo hay perras pululando por ahy , existen de igual manera perros y perretes y entre ellos ( perras y perros ) se llevan su juego , ahora a mi que me olviden que yo tambien voy a mi tema

Gracias por leer