lunes, 25 de agosto de 2008

Finiquitando Harry Potter...

Ayer por la noche, y de un tirón, devoré a base de insomnio las últimas doscientas y pico de páginas de "Las Reliquias de la Muerte", último volumen de las crónicas del niño que sobrevivió, del mago adolescente con gafas y cicatriz en forma de relámpago... Ni decir tiene que, después de casi una década con el chiquillo a cuestas, hay que elogiar de la autora que aún sabe mantener la tensión y la intriga, quizá más por saber qué cojona iba a pasar después de todo que, realmente, por su capacidad literaria, bastante mermada desde que decidión, en el 4º volumen, que el estandar debía pasar de 300 a 600 páginas.

Tengo que advertir a quien todavía no se haya leído alguno de los volúmenes de la saga y tenga intención de hacerlo, que lo mejor es que lo conozca lo más "virgen" posible, que cualquier información sobre "quién vive y quién muere" no hace sino mediatizar y banalizar la lectura; mi más sincera recomendación de que no continúe leyendo.

Creo recordar que comencé a leer la saga de Potter más o menos cuando comenzó el revuelo y se empezó a hablar de saga cinematográfica; creo recordar que fue mi mujer quien me regaló el primer número, sabedora de que prefiero leer una historia antes que verla en la pantalla. Y la verdad es que el primer volumen ("La Piedra Filosofal"), junto con los dos que le siguieron ("La Cámara Secreta" y "El Prisionero de Azkaban"), siempre me han parecido los más agradables de leer, los más inocentes, los que describen mejor la confusión de Harry, la vida en el castillo de Hogwarts, las amistades y las enemistades... En definitiva, los que dan vida y magia a la serie.

Algunos sectores han criticado de Rowling que cogiera de aquí y de allá, modelara un imaginario propio y original, que no era tal, y lo sirviera como una tortilla desconstruida de Adriá: Lo mismo de siempre, pero más chic y evidentemente más caro.

A mí, la vida en Hogwarts me recordaba a los pocos números que se tradujeron en español de la serie Los Chicos del Castillo de Roca Negra de Oliver Hassencamp, donde un grupo de chavales tienen que ir a un internado junto a un lago que, en su día, fue un castillo medieval... y se ibuyen de esa magia de camaradería y honradez que debería dar estar rodeados de armaduras, escudos de armas y pasadizos secretos... Hay una distancia importante entre las dos sagas, tanto en tiempo como en pretensiones, pero la comuna de magos adolescentes siempre me ha recordado a Stefan, Otokkar, Apisonadora y el resto de los muchachos del internado alemán...

Hasta el tercer volumen, esto era así: Las aventuras se mezclaban con el día a día en las clases, y cada nuevo paso en el mundo de magos y brujas (los fantasmas, los pasadizos, el callejón Diagon, la Sala Común, la Copa de las Casas, etc...), se presentaba y describía como una novedad fascinante y, casi al mismo tiempo que Harry, íbamos conociendo nuevos aspectos de la magia de Rowling...

Y llegó el cuarto volumen... y ese giro adulto de la serie, donde había miraditas, besos bajo el muérdago y calentones adolescentes se rubricó con la muerte de uno de los personajes, una costumbre desagradable que seguiría hasta el final donde muere hasta el apuntador. Así, el final de los cuatro últimos libros nos deja esa sensación en la boca de jodidos y poco contentos: En "El Caliz de Fuego" palma Cedric y a nadie cree a Harry cuando asegura que Voldemort ha muerto. En "La Orden del Fénix" la espicha el tío Sirius Black y todo Cristo sigue creyendo que era un malo malote y prófugo de la justicia. En "El Príncipe Mestizo" (me niego a llamarlo por su título traducido, ¿qué de malo tiene la palabra mestizo?), defenestran a Dumbledore y aunque todos saben que ha sido Snape, nadie se atreve a asegurarlo... Y en el último, pásmense, que hacen una escabechina (extraña y poco coherente) de la Orden del Fénix y la familia Weasley, forzando un happy end de cuatro páginas que nos sabe a poco... por no decir a nada.

No puedo decir que me sienta "engañado", pero la saga en sí me dejó un regustillo similar al que tuve la primera vez que leí "IT", de Stephen King: Un tocho de terror alucinante que despacha en veinte páginas su primo, el negro de Alabama... porque si ese final lo ideó el maestro del horror, es para flagerlarlo con media docena de calcetines sudados llenos de cristales...

Son muchos personajes condensados en un solo legajo; muchos personajes, muchas situaciones y conflictos, que Rowling remata de forma bastante torpe con un intermedio de veinte páginas donde hay tiempo para saber qué Snape estaba pinocho por la madre del chaval desde que tenía diez años, donde Dumbledore era un descastado pedante y traidor a la sangre (a la suya propia), pero de buen rollito y tal... y que Harry Potter había sido solo una marioneta en manos hábiles durante siete años de su vida.

El rollo pseudocristiano del bajó al infierno y derrotó a Lucifer, después de que su cuerpo fuera "mostrado", y "resucitara", me parece no solo traído por los pelos, sino un insulto a la inteligencia de los lectores, sin más. Y el epílogo diecinueve años después, donde su supone que se ha dedicado a hacerle tres chiquillos a la pelirroja de los Weasley, llamando a uno de allos "Albus Severus", ya es para meterse los dedos en la boca y buscar el váter más cercano.

Así, lo que podría ser una saga casi antológica entra en barrena ya desde el cuatro número y no solo no se recupera, sino que se estrella de forma lamentable, perdiéndose en una última conversación idiota sobre varitas entre Harry y Voldemort, el entierro breve y casi indiferente de personajes entrañables como el elfo Dobby, la pareja formada por Lupin y Tonks, o Fred, uno de los hermanos de Ron Weasley... por no hablar de las pocas explicaciones que se dan a la "mágica" aparición de la espada de Griffindor en el Sombrero Seleccionador en las manos de Longbottom...

Ni decir tiene que esperaba mucho más desde que "El Caliz de Fuego" me dejara agotado y, al tiempo, poco convencido del giro "adulto" del personaje. Creo que tres mil páginas en cuatro volúmenes no hacen mejor a un personaje que ya lo era bueno con solo la tercera parte de contenido... Lo dicho, me queda la sensación de que tenía que haber escrito dos volúmenes más cortos en lugar de precipitar los acontecimientos, que se pasa doscientas páginas para librarse de un Horrocrux y los otros cinco o seis los despacha en un suspiro, y que uno acaba teniendo la extraña sensación de que el editor le metía prisa, porque tantos años de Potter no merecían acabar así.

Y hastá aquí puedo leeer...

JOSÉ VILASECA

1 comentario:

Rigg Veda dijo...

Joder macho... le diré a mi mujer que no lea este artículo... porque está leyendo la saga y creo que aún no ha llegado al cuarto volúmen... :P

Yo no me he sentido nunca especialmente atraido por la serie... ni por las novelas, ni por las pelis... más allá de acompañar a mi mujer al cine a verlas... así que bueno... pues nada... me alegro de que por fin se haya acabado Potter y su "magia"... a ver ahora qué es lo que sigue... porque supongo que Rowlings no se conformará con "vivir de las rentas"... XP