lunes, 31 de agosto de 2009

Suicidios sin lástima

Mal tema, la muerte, del que hablar el día antes de cumplir años. 34, para ser exactos. Sin embargo, como mi deseo es cumplir estos y muchos más, y todavía pienso que la vida es un don demasiado bonito para tirarlo por el balcón, ahogarlo en pastillas o cortarlo con una cuchilla, y aún no hemos tocado el espinoso tema de quien da la vida por perdida antes de tiempo, pues algún día tiene que ser el bueno y, hoy, mejor que ninguno.

De las muchas formas de suicidio, de esas que no salen en los periódicos para no provocar el "efecto llamada" y que otras neuronas flojas cometan el error de pensar que el túnel de luz es mejor que el valle de lágrimas, hoy en día hay dos que me crispan especialmente los nervios. Y como este es un blog especialmente dedicado a que la gente se rasgue las vestiduras y se tire de los pelos, pues vamos a entrar en harina lo antes posible.

Me crispan los nervios los críos de voz cambiante, vello púbico creciente, adoradores de los Jonas Brothers, de Hannah Montana y de otros virginales pop-stars que, arrastrados por la moda emo, gótica, siniestra o por cualquier otra onda gilipollas que toque esa semana, les da por escribir de su eterno sufrimiento en su flog de rigor (los mas), o directamente buscar un nicho en el cementerio general (los menos), a base de pastillas o gillette en vena. Ya sabéis, lo que empieza por lágrimas negras, hielo en el corazón, emociones dolorosas, quiero gritar, etc... se convierte en un montón de colegas vestidos de negro preguntándose por qué carajo se ha tenido que tirar por el balcón.

Ya sé que la adolescencia es una época difícil (¿acaso no lo son todas?), aunque siempre tiene la ventaja de que aún no te toca pagar facturas, ni letras del piso, ni cambiarle los pañales al "pitufo" de la casa. Ya sé que se folla poco y mal (si es que se folla), pero la cosa no siempre es mejor cuando se crece, y lo que me parece tontuna absoluta es querer palmarla por esto. Que es muy triste que el que quiero no me quiere como quiero que me quiera, duduá, pero eso se soluciona con un diario lloroso y una buena sesión de onanismo, no con barbitúricos.

Y me lo tomo a coña, porque siempre he pensado que el que se quita de enmedio con diecisiete años merece poca o ninguna lástima. Y si, además, se ha pasado meses enteros autolesionándose, amenazando con el suicidio en una eterna tortura psicológica y, en pocas palabras, queriendo ser el ombligo del mundo, casi mejor que se haya ido a la fosa, que somos demasiados fulanos en un mundo, y los que tienen que venir...

Porque, como el ejemplo más cercano de estulticia suicida que tengo es la Perphida y sus amiguetes, que parecen en una continua competición a ver quién sufre más y mejor, creo que el aire que respiran sus pulmones estaría mejor en fuelle ajeno, y que, o bien crecen y se dejan de tontuna, o bien se van a mamarla a Parla a dos metros bajo tierra, el vivo al bollo, etc...

El segundo tipo del que les vengo a hablar son las víctimas que han engendrado al monstruo, de las cuales tenemos últimamente demasiados ejemplos: Niñas bien que se han liado con el malote de turno, crías apenas llegadas a la mayoría de edad que están liadas con un quinqui más chungo del barrio, o con un tipo que supera la treintena, que están "luciendo hombre", en pocas palabras, con sus amiguitas.

Este suicidio comienza mucho antes del trágico final, cuando el "malote" le toca la cara, la maltrata y la humilla y, en lugar de comportarse como una mujer hecha y derecha, es tan sumamente gilipollas que, después de denunciar por compromiso, o alejarse por conveniencia, y dar a entender que ha "rehecho su vida", acabar mintiéndole a todo el mundo (empezando por sí misma), para volver a ver al malote (que ella sabe que es malote, que la ha amenazado por móvil, a través de terceros o con su simple presencia), no sé con qué retorcida intención. Y ocurre la tragedia.

Que sí, que el otro hijo de puta es un ASESINO que hay que colgar de los huevos del palo mayor, pero no quita que la niña sea tonta del haba, por mucha lástima que nos dé. Porque, cuando uno hace malabarismos con nitroglicerina, no siempre debemos culpar a la química, sino a la estupidez del artista...

Y, lo siento, pero la vida es demasiado bonita para perderla, y, como por lo general, tiendo a sentir poca lástima por los suicidas y, últimamente, aborrezco a esos chochos con patas que juegan con sus vidas, con la salud de sus padres y con los recursos del Estado (sanidad, Guardia Civil, Policía), solo porque LES MOLA lucir "malote" o piensan cambiar al macarra de su "ex" a príncipe azul, pues lo siento pero solo le doy el pésame a la familia y al novio, pero, como dice el dicho (y espero acertar esta vez), "que quien por su mal muera, que nadie le llore". Por desgracia, esta nueva raza de suicidas consiguen que nos pasemos días, semanas, mareando la perdiz y que SÍ hay muchos desaparecidos (secuestrados, ancianos con Alzheimer, etc...), que no se han buscado la ruina y merecen tanto seguimiento como los de estas muchachas que SÍ se han puesto la pistola en la boca y ha jugado a la ruleta rusa con un ex-novio macarra e hijo de la gran puta.

Un cordial saludo

JOSÉ VILASECA

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