sábado, 20 de septiembre de 2008

Una vida llena de libros

La semana pasada, gracias a la diligencia de la librería de Resús "Libros Constancia", recibí en mi casa el ejemplar El Enigma del Castillo de Roca Negra, uno de los seis únicos volúmenes de la serie alemana que MAE editó en nuestro país a principios de los ochenta. Lo cierto es que no es una primera edición, ni un incunable, ni siquiera es una obra maestra... Simplemente es un libro juvenil, de un grupo de muchachos en un castillo convertido en internado, y que mezclan travesuras la mar de inocuas con un comportamiento caballeresco... Lo importante de este libro es que llevo buscándolo la friolera de veinte años, pues son especialmente complicados de encontrar (gracias a internet, estas cosas se han vuelto más fáciles...). Toda una vida... llena de libros.

En uno momento en el que la lectura está de capa caída, sobre todo entre las nuevas generaciones, me resulta curioso recordar cómo, con esa edad en la que ahora le escupen a cualquier cosa que tenga más de veinte páginas y no lleve fotos a color de tías en bikini o tíos marcando tableta de chocolate, yo me dedicaba a ahorrar como una hormiguita para conseguir el último volúmen de la Biblioteca Juvenil de Alfaguara, o el enésimo libro- juego de la saga Lobo Solitario (precursora, en España, de los juegos de rol).

Por otro lado, pienso en los libros que me han acompañado en algunos de los momentos más recordados de mi vida, o en aquellos instantes de paz interior en los que cualquier detalle hacía que el mundo valiera la pena: La excursión a la alfubereta de Anna cargado con La Historia Interminable, o las horas de tranquilidad en la biblioteca popular de Chiva devorando It, de Stephen King. O, más recientemente, las últimas semanas de embarazo de Sara disfrutando de Dioses Menores de Pratchett, o nuestra primera gran escapada familiar, con El Misterio del Príncipe de la serie de Harry Potter.

Ahora es mi hijo quien empieza a descubrir cuentos y libros, con la curiosidad del niño de tres años que es, mirando asombrado cómo su padre o su madre con capaces de leer páginas y más páginas de letras pequeñas y apretadas. Ojalá pueda descubrir como yo ese mundo pleno que es la lectura.

JOSÉ VILASECA

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo con libros he pasado por 2 etapas radicalmente opuestas. La 1ª toda la preadolescencia, más menos hasta los 15 años que entré en el instituto y la 2ªabarcaria la pubertad hasta hoy.
Yo en el colegio, Pio XII para más señas, solo leía aquellos 3-4 libros que me mandaban. Esos libros por mucha calidad que tuvieran al serme impuestos se me atravesaban y me costaba horrores acabarlos.
Legué al instituto como la mayoría de muchachos de mi edad, sin habito de lectura, pero aquí sucedió "el milagro" de manos de mi profesora de Literatura española. Ella no hizo como mis anteriores profesores de literatura no me impuso leer sino que me ofreció una lista de libros "opcionales". Aun recuerdo los 2 títulos que sin saber el porqué me atrajeron "La perla negra" y "La princesa manca", con esos libros fue la 1ª vez que disfrute perdiéndome en ellos. Desde entonces lo que era una carga, o hasta una tortura, se convirtió en un refugio, un paraíso, en definitiva placer.