miércoles, 17 de septiembre de 2008

Es mi chulo y me pega cuando quiere...

El tema que hoy traigo al tablón virtual es bastante más duro y políticamente incorrecto que las chuminadas de los warhammer, Burjassot y sus santos bajo palio, y otras cosas que, cuando llega la hora de la verdad, carecen de importancia (más allá de la ética de cada cual... que es poca, visto lo visto...)

La cuestión es que, a fecha de hoy (si no recuerdo mal), un hombre todavía sigue en coma, postrado en una cama de hospital, porque tuvo la desgracia de contar con valores y salió a defender, en plena calle, a una mujer de su maltratador. Del mismo modo que en Italia despotricaban por que hubiera bañistas en la misma playa que yacían dos niñas gitanas muertas (es decir, por mirar hacia otro lado), aquí Jesús Neira, que así se llama el buen samaritano, lucha entre la vida y la muerte por todo lo contrario (es decir, implicarse). Así, entre el que cada perro se lama su rabo, que cada palo se aguante su vela o el instinto natural de proteger al débil frente al agresor, al final, los bienintencionados que valoran a la sociedad desde su casa de piruleta en la calle de la gominola, siempre verán defectos de forma en la acción o en la ausencia de esta...

Pero lo peor no es eso. Lo peor es que, después de recibir hostias como panes hasta quedar inconsciente (e inconsciente sigue...), la pobre víctima salta ahora defendiendo al hijoputa que se quería descargar con ella y acabó haciéndolo con el profesor Neira. Lo quiero y sería incapaz de hacerme daño, afirma, y no se le caen las bragas al suelo de vergüenza. Pasaba un trance duro, asevera... pero mientras ella debe seguir mamándosela en los ratitos libres, confundiendo los "trances duros" con las "trancas duras", un hombre de 55 años agoniza por haber dado la cara por ella.

Y esto me recuerda a una historia de cuando no era funcionario, ni warhammero ni nada por el estilo; de cuando era solo un chiquillo de 19 años y trabajaba en horario nocturno limpiando las calles de Valencia a golpe de manguerazo... En aquellos tiempos, cuando la "cena" era una ambigua media hora de 0:30 a 1 de la madrugada, y los pocos locales abiertos que encontrábamos los fieles curritos de la Vega eran de esos cuya clientela resulta a priori sospechosa, frecuentábamos un bar esquinero junto a la Pantera Rosa, regentada por un buen tipo llamado Lorenzo (al que, desde aquí, esté donde esté, le deseo lo mejor...), enjuto, nervioso y duro como el acero, pero buena gente al fin y al cabo.

Allí estábamos, con nuestros bocatas envueltos en papel de aluminio, nuestro bote de refresco y el platito de olivas, cuando una pareja bastante rarita empezó a llamarse de todo a gritos. Los chillidos dieron paso a las manos y, mientras mirábamos alucionados, el tipo (creo recordar que era afroamericano... o quizá, simplemente era negro como el tizón...), le cruzaba la cara a la moza, que supusimos debía dedicarse al oficio más antiguo. Ninguno de nosotros movió un músculo, pues no era la nuestra empresa que entendiera de actos valerosos en horas de servicio, así que fue el propio Lorenzo quien salió de la barra para frenar al nigger y que aquello lo acabara en tragedia.

Lo apartó de un empujón y, cuando se disponía a decirle que en su bar no consentía espectáculos de boxeo, la fulana le metió una hostia que ni el Papa en San Pedro del Vaticano, hermanos. Con sus cinco deditos. Ni decir tiene que la frase que da título a este articulillo fue lo primero y lo último que dijo la mujer, antes de plantarle un morreo a su negro zumbón y marcharse con él cogido del brazo. Supongo que a seguir calentándose, en plan sado-masoquista, que parece que es un rollo extendido por ahí... Es mi chulo y me pega cuando quiere, manda cojones.

No me gustaría que la moreleja de esta historieta fuera Manolete, si no sabes de qué va, "pa" que te metes, porque entonces estaría tirando por tierra la valiente acción del señor Neira... pero es que no se me ocurre qué decir ante tanta estupidez del maltratador y de la maltratada, de TANTOS maltratadores y de TANTAS maltratadas.

En estos tiempos que corren, donde un violador repite actuación porque el señor Juez prefiere rascarse el escroto que encerrarlo, donde parejas de nacionalidades pre-civilizadas son capaces de fornicarse y apuñalarse en intervalos de cinco minutos, o donde el defender al débil solo es una invitación para que te lleves las leches que le tocaban a él... y luego ni pagado ni agradecido, eso de involucrarse tiene más peligro que un niño con dos pistolas. Haced lo que el corazón os dicte... pero pensad antes si habéis pagado los recibos del seguro de vida...

JOSE VILASECA

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