miércoles, 8 de octubre de 2008

Anoche soñé contigo, papá

Anoche soñé contigo, papá. Es una suerte volver a verte, y a escuchar tu voz, porque, desgraciadamente, hace casi un año que nos tenemos que conformar con soñarte. Porque no estás entre nosotros.

Quizá debería haber esperado al primer aniversario de tu marcha, pero esto no es algo que quiera celebrar, y que recuerdo lo suficiente cada día que pasa como para poner un círculo rojo en el calendario. Ya me ha sido difícil comenzar a escribirte, y más duro será tratar de llegar hasta el final, como para querer hacerlo justo cuando tu recuerdo se hará más intenso... algo de por sí complicado, porque siempre es intenso, y brillante, como una estrella muerta en el infinito que sigue iluminándonos... a pesar de que, a años luz de nosotros, ya ha desaparecido...

Supongo que la magia de los sueños es que se olvidan casi siempre y, aunque sé que estuviste en mi mente, no recuerdo de qué hablamos; quisiera creer que hablamos de tu nieto, que es mi hijo, y que crece cada día más, sin olvidar lo mucho que quiso a su yayo Pepe, y lo mucho que éste le quiso a él. Igual me llamarías la atención por el duro trabajo que, para todos en general, y para mamá en especial, ha sido la renovación de la tienda, y la venta prensa diaria... y yo me excusaría diciéndote que hay heridas que no se cierra, pero se alivian con trabajo, esfuerzo y la compañía de esa piña que hemos tenido siempre por familia. Puede que hiciéramos chistes acerca de la estupidez humana, de esa que de vez en cuando se asoma a este balcón para llamarme de todo, y nuestra conversación con seguridad acabaría con algunos de esos buenos consejos, que empecé a aceptar quizá demasiado tarde, pero que me han acompañado y me han hecho ser como soy.

Es una lástima no poder hacerte rabiar por las largas vacaciones que me he cogido, o sentarme en el campo del Levante sabiendo que ese asiento vacío junto a mí no volverá a llenarse, al menos en esta vida. Es una lástima que no hayas podido leer, henchido de orgullo, la carta que el Arzobispo de Valencia le escribió a mi hermana para confirmar su Presidencia en la nueva Hermandad. Por no hablar de cada nueva trastada de tu nieto, cuyas pilas siguen siendo tan inagotables como cuando podías disfrutar de su compañía.

Supongo que algún sietemesino de por ahí, de cuyo beso de Judas bien me advertiste en su día, no entenderán que siga queriendo a mi padre, a pesar de que no disfrute de su compañía; supongo, papá, que mi ventaja es saber quién era mi padre, y la desventaja de aquellos sea precisamente la duda de que pudo ser cualquiera, ¿no te parece?.

Todo sigue más o menos igual: El Gobierno miente, los precios suben y los bancos silban como despistados si vas a pedirles dinero a crédito. La abuela cumplió los 88 y sigue pareciendo tener muchos años menos (por mucho que se queje), y tu nuera te extraña más que a sus propios padres, los cuales no han muerto pero tampoco es que sean más animados que un entierro, la verdad. Tu consuegro te pagó una misa en Albacete y sigue batiendo su propio record de dias, semanas o meses sin ver al peque; creo que va por el año y medio, aunque tampoco me importa mucho...

El trabajo bien, a pesar de que me he quedado con las ganas, jodidas ganas, de poder invitar a mi padre a un almuerzo uno de esos días tontos donde a las diez y media ya has hecho el trabajo de dos días. Te imagino sentado en el Naval, viéndome entrar y cantando con sorna la canción del Legionario, pero con tu letra... Soy valiente y leal funcionario...

Está mal que lo diga, papá, pero es que eres un tío cojonudo. Uno de esos que no se ha callado nunca, que ha dado a la palabra más valor que cualquiera de sus prójimos, y que una mentira le sentaba peor que una patada en las bolas. Cuando sea mayor quiero ser como tú. Voy de camino, porque ya soy funcionario... ahora solo me falta la parte cojonuda. Estamos en proceso...

Ah, envié un par de novelas, a ver si alguien se vuelve loco y dice eh, este fulano escribe medio bien y me acaban publicando alguna. Sí, una de ellas es el cuento de los críos y la librería, que sigo pensando que se merece mejor suerte de la que tuvo en su día; la segunda, se llama Padre Muerte y es una novela que concursa para el Planeta. Como soñar es gratis y la broma son 600.000 euros del ala, pues la acabé en menos de ocho meses, y allá que voló con algunas de mis ilusiones. A estas alturas de Octubre ya debería tener noticias, así que, seguramente, habrá acabado en algún rincón de la editorial...

Bueno, ya va siendo hora de que termine. Hoy no creo que pueda volver a soñar contigo, porque voy a permanecer despierto y tratar de ajustar mi horario vital, que está descontrolado. Pero espero que nos visites a todos de vez en cuando... y sobre todo, a mamá. Que te echa en falta no sabes cuanto.

Hasta pronto, papá. Vuelve cuando quieras.

1 comentario:

Rigg Veda dijo...

Bonito recuerdo a Don Pepe... traté poco con él, pero siempre fue un placer hacerlo... aún recuerdo el primer whisky que me tomé una noche, tras una cena de la Junta de Burjassot si no recuerdo mal, con tu padre, de una botella que se trajo para la ocasión... :)

Lo de los almuerzos... hombre... tu padre es obvio que no soy... pero cuando tengas una mañana tonta de curro ya sabes lo que tienes que hacer... XP