jueves, 2 de octubre de 2008

Prohibiendo el oficio más antiguo del mundo...

En esta querida España nuestra, de golpe en el pecho y juramento, de misa dominical y guerras civiles que nunca se olvidan del todo, de café, copa y puro, de pan y circo (o de bocata y fútbol, o toros, que para el caso es lo mismo), y de irse de putillas en plan celebración por todo lo alto, a hipócritas y cainitas no nos gana ni Cristo: Igual enarbolamos la bandera del rojerío y el comunismo militante mientras nos construímos un chalé burgués en La Yesa, que acusamos al vecino de facha, amordazándolo y negándole su derecho a expresarse porque lo digo yo.

En una España así, repito, a nadie le debería ya sorprender que la clase política haga todo tipo de juegos malabares para hacerse pasar por quien no son: Así, mientras el PP reiventan su viaje hacia el centro, en el PSOE se vuelven más papistas que el Papa (o que el pepe...), y, desde ese Ministerio del eterno cabreo y la chulería que es el Ministerio de Igualdad, se proponeprohibir la prostitución, penar a sus usuarios y flagelar en plaza pública a todo el que saque a pasear el cimbrel en el barrio chino del lugar, castigado por maltratador de género.

A mí me tendría que dar igual todo esto, puesto que nunca me he ido de putas, ni tengo intención de hacerlo. Y no ha sido por convicción moral, ni por higiene, ni por necesidad... siemplemente porque no me ha salido de ahí. Sin embargo, me parece que jugar al Franco ha vuelto, pero en facha que practica últimamente el partido que nos gobierna, me da muy malas vibraciones.

Me permitiréis un paréntesis para que os hable de una película de Stallone, llamada Demolition Man. No es que sea una película para tirar cohetes, pero como fue popular en su día, espero que aún la tengáis en la memoria; en ella, al más puro estilo 1984 o Un mundo feliz, pero con tiros y patadas, se presentaba una sociedad ideal y aburridísima, donde estaba prohibido el tabaco, el alcohol, las comidas picantes y hasta el fornicio se convertía en un juego de realidad virtual. Acojona pensar que, a fecha de hoy, las restricciones respecto del tabaco, del alcohol, de las comidas que engordan mucho (por no hablar de las histerias alimenticias de cada semestre...), y, ahora, el folleteo rinconero, están o van a estar mucho más restringidas, limitadas y legisladas que hace no tanto tiempo...

Se supone que, en aquella película, el mensaje implícito era alertar de los peligros del fascismo y del totalitarismo... y si resulta que quien ha aplicado por estos lares tales máximas es un gobierno socialista (ya saben, progresista, liberal y todas esas virtudes que no se creen ni ellos...), pues da que pensar... y produce escalofríos.

Volviendo al tema de las lumis, el razonamiento de considerar al usuario de sus servicios como parte implicada en un delito de violencia de género me parece una estupidez como un piano, partiendo de la base que no todas las furcias tienen un proxeneta detrás, y que algunas simplemente pegan unos cuantos revolcones para completar su presupuesto, otras son perfectamente capaces de abandonar la profesión en cuanto se aburren o se hartan. Por no hablar de las que aprovechan su status de acompañante de lujo para aparecer en televisión diciendo que se han calzado a Paquirrín o a Ronaldo... o a los dos juntos, si les pagan más por la exclusiva... Estos son casos donde no me las imagino como pobres víctimas de la violencia contra las mujeres, sino como profesionales de lo suyo (en los dos primeros casos), o como simples trepas vaginales que van a la que van (las del último ejemplo).

El problema del caso, que suele ser el chulo, se soluciona de una manera sencilla y práctica, además muy lucrativa para el estado: Legalizando la prostitución. Tranquilos, espero que vuelvan de rasgarse las vestiduras, que uno ya no se sorprende de nada. E, insisto, legalización es la solución (como cantaban Ska-P y sus coros, hablando de la marihuana... que es mucho más dañina, pero tiene mejor prensa...)

Volviendo al asunto de la legalización, esto no supondría más que ventajas: Teniendo en cuenta que los seguros sociales de un trabajador, autónomo o por cuenta ajena, están entre los 150 y los 300€ al mes, os podéis imaginar los ingresos que supondría para las arcas del Estado. Del mismo modo, la posibilidad de una Mutua de profesionales del sexo aseguraría una higiene mucho mayor de la que se puede encontrar alguien que saque la colita a paseo en la Avenida del Oeste, por no hablar de la rápida (y obligatoria), detección de enfermedades venéreas, de hepatitis o de VIH. Evidentemente, a largo plazo supondría ajustar las cuentas para muchas más usuarias del sistema de pensiones, pero, pensando que no todas las prostitutas se jubilan en el antiguo oficio del despatarre (sino que van entrando, poco a poco, en trabajos más normalizados), la balanza de gastos e ingresos sociales se inclina más por lo último que por lo primero.

¿Y donde nos hemos dejado al proxeneta?. Pues muy sencillo: Como en este país, antes te cogen por defraudar a Hacienda que por matar a tu vecino, una vez legalizada la prostitución, el proxenetismo no solo sería violencia de genero, sino también delito fiscal. Explotación laboral, acoso laboral, chantaje... con lo que las condenas serían mucho más firmes (y por partida doble), y quizá el chuloputas se lo pensaría dos veces antes de rondar a las lobas...

Supongo que todo esto quedará en agua de borrajas, más que nada porque el Ministerio de Bibiana Aído y sus locuras solo sirve para cabrear al personal, dar que hablar a los tertulianos... y hacer que nos olvidemos de los verdaderos problemas del país. Esta vez han sido las putas, antes fueron los miembros y las miembras y entre medias las selecciones deportivas mixtas, como si en España no hubiera desaceleración económica, los pisos no siguieran por las nubes, ni un solo banco te dé un crédito por muy buenos avales que presentes...

Como diría Homer, esto es la calle de la gominola, del país de la piruleta... eso sí, sin putas...

JOSE VILASECA


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