miércoles, 18 de junio de 2008

Porque todos tenemos sueños...

Azar del destino, entre finales de la semana pasada y lo que llevamos de esta, un par de sueños se han cumplido; el primero, es un sueño propio y cumplirlo solo es el primer paso para cristalizar una ilusión de años, mientras que el segundo es un sueño familiar, ajeno aunque cercano, y el hecho de que se haya cumplido es el premio al trabajo bien hecho... un trabajo que comienza de verdad a partir de YA. 



Ese sueño ajeno al que me refería es la confirmación, la aceptación esperada y merecida, de la Real Hermandad de la Flagelación del Señor, que preside mi hermana Mª Carmen. Ni decir tiene que allá arriba, un tipo sensacional, calvo y con barba, que dejó un gran vacío en nuestros corazones debe estar brindando con sidra por su hija y por todos los suyos. Vaya dedicado para él este sueño cumplido. Quizá por lo mucho que mi padre vivió y sufrió por su querida Semana Santa Marinera, es por lo que he puesto tierra de por medio respecto a la tradicional fiesta de la Pasión, Muerte y Resurrección. 

Quizá porque he visto en mí mismo, en mi hobby, y en los que me son cercanos, un calco perfecto de lo que fue la andadura de mi propio padre dentro de las Hermandades, de las Parroquiales y de la Junta Mayor, quizá por ello el paralelismo es claro y te proporciona una posición privilegiada para ver lo que pasa por el "mundillo". Así, de la misma forma que algunos Presidentes de Junta Mayor (afortunadamente, contadas excepciones), lo han sido por su gusto por salir en los medios, y han hecho del engaño, de la manipulación y de las dobles contabilidades su tarjeta de visita, otros energúmenos "frikis" han fundado asociaciones de "lo suyo", se han ganado favores en la política local de pueblos perdidos de la mano de Dios, o han usado el trabajo ajeno para publicitar como suyo proyectos absurdos e imposibles. 

Así, de la misma forma que he visto entrar en mi casa, saludar a mi madre y beberse hasta el agua de los floreros a gente que se decía "amigo" de mi padre, y que luego lo han vendido y traicionado por menos de los treinta sickles de plata por los que Judas hizo que prendieran a Nuestro Señor, también he tenido gorrones que han bebido, comido y dormido en mi casa (¿recuerdan lo de "a cama hecha y a mesa puesta?"), sin agradecer siquiera las horas de sueño y de vida que he perdido en el proceso.

Igual que mi padre trabajaba incansablemente por la Semana Santa, cuando el libro anual se hacía en mi casa, cuando los recibos de publicidad los cobraba mi madre (y no quiero ni recordar los muchos "pendientes de pago" que se quedaron sin cobrar, porque se me cae la cara de vergüenza... ajena), y cuando solo Dios sabe el dinero que le ha costado a mi familia esta "fiesta" que amamanta a gentuza tan desagradecida, y, aún así, le han acusado de lucrarse y de pagarse el piso gracias a la "fiesta", del mismo modo me he partido la cara por proyectos que solo han servido para que UNO se metiera dinero en el bolsillo con la ignorancia o el beneplácito de sus afines más cercanos

Brindo por ti, papá. Y brindo por ti, Mª Carmen


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Hablemos ahora del otro sueño, más amable y menos arisco que el primero... 

 Desde que tengo uso de razón, me recuerdo delante de un teclado. Primero, una "Remington" de estas negras, enormes, de las que salen en las películas de la II Guerra Mundial, con nazis y espías. Pesaba un huevo y la yema del otro, se saltaba algunas letras, pero allí me teníais a mí, jugando con chapas, con clicks de Playmobil y con los Masters del Universo... y escribiendo en aquel monstruo oscuro que tantos buenos ratos me hizo pasar. Poco después, mi padre, bendito sea, me "cedió" casi a regañadientes una Hermes Baby, una joya blanca que coloqué como un oficinista aplicado en un soporte para máquinas de escribir, y allí pasé mis horas, mis tardes, escribiendo con aquella letra redondilla e inclinada hacia la derecha. 

La usé tanto, y tan intensamente, que acabé destrozando el sistema de retorno de línea y, cada vez que pulsaba tres teclas, el carro corría automáticamente hacia la izquierda y me llevaba al final de la línea. Esta pequeña maravilla, igual que la siguiente, una Olivetti (creo) amarilla, de letra clásica, fueron equipaje obligado cada vez que salía de Valencia, siquiera para irme un fin de semana a Chiva con la familia. 

El teclado ha sido mi vida, no existiría sin él; y, a pesar de que sigo escribiendo con dos dedos (a veces uso alguno más, casi por vergüenza), y de que las cintas redonda dejaron paso hace ya años a las impresoras y a los ordenadores personales, todo esto forma parte de mí como un brazo o una pierna... Supongo que podría vivir sin ello, pero sería muy distinto... 

Ya desde pequeño, escribiendo libro-juegos, pequeños cuentos, y toda clase de historias, me dije que algún día vería publicado algo con mi firma. Conseguí alcanzar aquella meta cuando un artículo Editorial del diario "Las Provincias", a 4 columnas y en la página 3, nada menos, finalizaba con un "José Vilaseca Haro" que me arrancó una sonrisa... y cuyo recuerdo todavía guardo como un momento breve pero feliz. A medida que crecía, mi meta se transformó y apunté hacia el Premio Planeta. No como "ganador", por supuesto, ni siquiera como "finalista" sino, simplemente, como un "Vilaseca estuvo allí"; tener la satisfacción, al ver aquellos trescientos y pico de ejemplares presentados, cuando hacían reportajes sobre la edición de tal o cual año, de que uno de ellos era un ejemplar mío. 

Conseguí cumplir aquel sueño el pasado año, cuando mandé "Llamadme monstruo" y, a pesar de que no alcancé la gloria, ni siquiera entré entre los diez finalistas, al menos recuperé los originales con una carta de Planeta agradeciendo mi participación: Un "Vilaseca estubo allí" la mar de satisfactorio. ¿Qué es distinto este año, habiendo mandado "Padre muerte" después de terminarlo, casi a la carrera, día y medio antes de que terminara el plazo de presentación de ejemplares?. 

Básicamente la meta es la misma, ¿no?. Presentas el libro, esperas paciente, te frustas cuando se filtra que ni de coña estás entre los diez candidatos que marcan el corte y te hundes cuando acaban poniendo sendas coronas de laurel a dos compañeros del grupo PRISA :) Quiero pensar que, con un poco de suerte, las "malas lenguas" que hablan de amaños y apaños en aquel certamen se equivocarán este año, y que una editorial como Planeta se decidirá a darle una oportunidad a un desconocido como es mi caso... Siempre y cuando mi obra sea superior a todas las presentadas, algo que parece complicado... 

Porque, en todo caso, ese último sueño del escritor, el ver publicada tu novela, con sus tapas, su foto y tu careto en una de las solapas, pasará por caja (por la caja familiar...), y me costará el caprichito de 5.000 euros de nada, que es la cifra que se maneja habitualmente a la hora de auto-editar... Lo dicho, los sueños, sueños son... 



JOSÉ VILASECA

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