jueves, 24 de octubre de 2019

Vividores del sistema, de la letra... y "ganapremios" en general

Tras el (discutible), Premio Nacional de Narrativa a Cristina Morales, y la discusión en redes sobre si el premio tiene que ver con su calidad literaria o su activismo político, quiero hacer una reflexión acerca de la vocación del juntaletras, desde mi propia perspectiva.

Tengo 44 años y escribo (relato cosas inventadas para que otros las lean), desde que tenía 7. He tenido la suerte de escribir 
casi todo lo que he querido, he ganado varios premios literarios, me han publicado y he cobrado derechos de autor, así que sé de lo que hablo.

En lo que se refiere a escribir en general, no todo lo que se escribe se publica, ni todo lo que se publica merece ser leído. En estos tiempos donde una pequeña tirada autoeditada cuesta una miseria, por suerte, cualquier rayapáginas puede ver publicada su obra, por desgracia.

En lo que se refiere a premios literarios (aunque el tema da para libro), los mejor dotados suelen estar “asignados”, por así decirlo, y los que tienen detrás entes públicos dependen mucho de la sensibilidad social o reivindicativa del autor, más que de su calidad literaria.

No quiero detenerme aquí para señalar determinados escritores cuyas ventas o trascendencia no sería igual si no fuera por su activismo, su defensa de determinados derechos (reales o ficticios), o por su participación en la vida pública; les recuerdo que "Manual de resistencia" no fue escrito por Pedro Sánchez, pero aparece su cara y nombre en la portada, y en 4 meses declaró haber ganado 17.000 euros en derechos de autor. Netos. O cuando González-Sinde (guionista de la infame “Mentiras y gordas” y exministra), fue finalista en el Planeta con su primer libro, ¡sorpresa!

Sé de premios que han llegado a “ampliar plazo de inscripción” porque el "ganador apalabrado" no había acabado el manuscrito que tenía encargado. 500 escritores cagándose en todo Dios y la corte celestial, y que perdieron la poca inocencia que les quedaba aquella semana. Por no hablar de los premios que “nadie gana”, pero donde te acaban vendiendo una multipropiedad (léase coedición – estafa), o cuando te nombran “finalista” y tienes parada uno o dos años tu obra por los derechos de tanteo y edición preferente de la editorial de turno.

Al final, como juntaletras, te limitas a subirte de hombros y saber que los premios a los que optas, con dotación económica o sin ella, salvo que consigas la fama (merecida), o medres hasta la náusea, son los mismos que tu capacidad de ventas: limitados. Pero tú escribes, porque tienes el veneno en la sangre.
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Así que, enhorabuena a Cristina Morales. La animaría a dejar de decir gilipolleces y pulir su estilo, pero como “su estilo” es lo que pide su público (que aplaude sus gilipolleces), el sistema se retroalimenta y hará bien en no hacerme caso, valga el juego de palabras.

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