No sé si es suficiente motivo para abrir una nueva entrada, particularmente después de casi tres meses del último artículo, pero los números redondos siempre son razón justificada para celebrar el éxito de un proyecto.
El blog de "El Corazón del León" ha ido evolucionando a lo largo de estos tres largos años de vida de la crítica más hiriente a la neutra exposición de motivos. Nació como "terapia personal" ante la hijoputez que me rodeaba, y ha ido moderándose con el tiempo, sin perder personalidad, pero dejando bastante acidez y mala leche por el camino.
Bien es cierto que un número considerable de esas diez mil visitas la forman hombrecillos que no quieren saber nada de mí (pero no pueden evitar la tentación de husmear en las paridas del vil Vilaseca), y, a la par, amigos y conocidos que, a su manera, disfrutan de mi forma de ver la vida, o quizá de contarla. Para todos ellos, y para los que no son ni los unos ni los otros, mi brindis.
Un brindis y una disculpa por haber abandonado, en cierto modo, el blog a su suerte. No es por falta de ganas, sino de tiempo. Quien me conozca (y quien no, aquí estoy para ponerlo al día), sabrá que este año ha supuesto para mí una nueva paternidad, un cambio de sección en mi trabajo, un nuevo curso en mi segunda carrera universitaria, muchos pasos adelante en la Asociación Lúdica de la que soy secretario, y un par de nuevas novelas (una de las cuales, Gladius Hispaniensis, alcanzó el rango de finalista en la VII Edición del Certamen de Novela Histórica Ciudad de Valeria, lo que siempre es un logro). Por ello precisamente que aquellos artículos semanales han pasado a convertirse en trimestrales.
Ojalá pueda robarme un poco de tiempo para dedicarle a este espacio que tantos buenos momentos me ha proporcionado... a pesar de que a alguno le hayan pitado los oídos mientras le daba al fatídico botón de Publicar entrada.
Un cordial saludo
JOSÉ VILASECA
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