jueves, 22 de abril de 2010

EL NEGOCIO DEL OCIO

Para quien haya disfrutado de una educación clásica, sabrá que la palabra "negocio" proviene, precisamente de la negación del ocio. Son estos términos que deberían presentarse enfrentados, y nunca solaparse; en embargo, la tozuda realidad nos recuerda que, allá donde hay aroma de billetes verdes, al empresario maligno se la trae al fresco que el asunto vaya de vender tomates, de colocar pisos por encima de su valor de mercado, o de comerciar con ocio. 

Son recientes las manifestaciones de esos artistas trasnochados y de éxito olvidado reunidos ahora en la SGAE, reclamando su generosa parte del pastel de un ocio que históricamente no solo ha sido popular sino libre de impuestos; así, cualquier manchafolios, gritalemas y pintamonas que se precie exige su porción de dinero contante y sonante por rascarse la seta, mientras que los grandes clásicos se consideran "COPYLEFT" o como carajo hayan bautizado ahora todas las obras maestras de difusión libre (la paradoja de poder difundir gratuitamente la 9ª Sinfonía de Beethoven, y tener que pagar un canon porque la charanga toque "El Venao" en las fiestas del pueblo). 

El ocio friki es igual, no se vayan ustedes a pensar. Mucha Asociación, mucho Torneo, mucha buena voluntad por parte del aficionado, y al final acabamos dependiendo de unos hijos de la Gran Bretaña que cambian "tu" juego porque les sale de los cataplines. O porque, mal que nos sepa, es "su" juego, a pesar de todo. 

Pienso en cómo el Warhammer ha cambiado desde que me fijé en él allá en los tiempos de los enanos sin rodillas en plástico gris, las quedadas en Valhalla completando ejércitos con los esqueletos cutres del "Heroquest" y los tramposos de turno marcando la carta "Energía total" en el clásico mazo de magia. Cuando la tropa regular era demasiado cutre para gustarle demasiado a nadie, Warhammer tendía de forma natural hacia los personajes montados en bicho gordo y con alas, al coste de chorrocientos mil puntos; aquello es lo que vendía, y, como tal, la 5ª edición respondía a tal necesidad (quizá la 4ª también... pero menos); vimos cajas de iniciación con elfos y goblins de una pieza, y evolucionamos hacia caballeros bretonianos que podían llevar la lanza enhiesta o en ristre (¡el colmo de la tecnología!), pero usted deme a Nagash en plomo (¡din, din... caja!), y déjese de milongas... 

La irrupción de los regimientos en plástico y multicomponente dirigió la política comercial de la casa inglesa hacia la tropaza en detrimento del lobo solitario armado hasta los dientes y que brillaba en la oscuridad. El bonificador adicional por superioridad numérica (inexistente hasta entonces, y que aún se encuentra presente en reglamentos basados en 5ª, como puede ser el Ancient Battles), conseguía que el cabronazo "picadora-de-carne" no fuera tan chulo delante de una lamentable marea de esclavos skavens, que de base le ganaban el pulso por +4 (tres filas y potencia), por no hablar de una brillante unidad de infantería pesada, con su estandarte y su músico, donde la sangría podía ser legendaria. 

De repente, nadie quería ver ni en pintura a sus personajes favoritos, y Archaon criaba polvo en la estantería. Claro, siempre quedaban nostálgicos (o chiquillos), que se agenciaban al matamucho de rigor, pero eran los menos, y las compras se hacían en múltiplos de 25 euros, que era lo que costaban las cajas de regimiento por aquel entonces. Y entonces, llegó el nuevo cambio. Los regimientos pasaron a formarse de 10 en 10 miniaturas al precio de 20€ la caja (estabas pagando 40€ por lo que antes te costaba menos de 30...), y los malabaristas de Workshop reeditaron el reglamento por 7ª vez. 

Los primeros libros de ejércitos fueron una forma de quitarse de encima esas tropas que nadie quería en 6ª Edición (orcos Negros, Príncipes Dragoneros, Verdugos, Leones Blancos, y un largo etcétera), adaptando sin vergüenza ninguna las nuevas reglas para hacer más atractivas estas tropas. Pero, con la llegada de los Demonios, empezó el desparrame. Ahora ya no hacían el ejército atractivo, lo hacían INVENCIBLE. No había Dios que quisiera ganar un Torneo que no tuviera "el último ejército", como si esto fuera una gran carrera de Fórmula 1 donde tener el mejor motor, el más reciente, supone la diferencia entre el podio y el montón de atrás. Una máquina de generar dinero y arrebatar ilusión por el ocio acojonante... 

 Y al final, un juego con tantas posibilidades (modelismo, pintura, trasfondo, estrategia, etcétera), acaba convertido en un reducto de sufridores que añoran lo que fue y nunca volverá (salvo que camines por el "wild side" y abraces el Oldhammer), y "chetos", como en los videojuegos, que solo se preocupan de exprimir las reglas o su bolsillo al máximo para que alguien le de dos palmaditas y una copa en el evento de rigor, se crean los más mejores de su casa o su chupipandi, y hasta la próxima, colegas. 


Sinceramente, me gustaría convencerme de que la 8ª Edición del juego, que saldrá a lo largo de este segundo semestre del año según dicen por ahí, será un motivo para "hacerme volver" a la palestra, repintar a mis caballeretes, rescatar a mis arqueros, y echarme una partida tranquilo con algún amigo sin tener que ciscarme en el reglamento después de cada tirada de dados o consulta de regla absurda. De verdad de la buena, que a mí las maletas llenas de trastos me gustan poco o nada. Sin embargo, mucho me temo que la 8ª será "más de lo mismo", que los cabrones que convirtieron mi ocio en su negocio (con mi complicidad y la de otros muchos, todo sea dicho de paso), darán una nueva vuelta de tuerca para que sigamos odiando en lo que se ha convertido el Warhammer, y que continuaremos refugiados en juegos menos populares pero, sin duda, más ociosos 

JOSÉ VILASECA

1 comentario:

Rigg Veda dijo...

Si el problema de WFB no es el reglamento... el problema son los dichosos libros de ejército... no sólo no los hace la misma persona, es que ni siquiera los hace el mismo equipo de personas! Así aunque la tendencia es que el último sea el más "destroyer" hay notables excepciones...

Los rumores que se han leído por ahí hasta la fecha no pintan mal... pero entre ellos hay mucha "carta a los reyes" y además lo más preocupante, o interesante según se mire, es la actualización de los libros que van a publicar acto seguido del nuevo reglamento, en teoría todas a la vez... a ver si esta vez sí que hay suerte y esa actualización arregla las cosas... al menos hasta que empiecen de nuevo a sacar libros y la jodan otra vez...

Por mi parte seguiré experimentando con reglamentos como Eden, Helldorado, BaB y cosillas menos "populares" y más interesantes...