Como podéis imaginar, es un buen escaparate para hablar de rarezas, de aficiones, del hobby en general y que destapa un tarro de esencias que no sabía que tenía, sinceramente.
Después de haberme embarcado en aventuras empresariales, administrativas y editoriales, la posibilidad de acabar agarrado a un micro y lanzando ondas radiofónicas al espacio ni se me pasaba por la cabeza, qué queréis que os diga.
Ya sé que no es un programa (solo una sección), y que la palabra "amateur" se queda corta para definir mi disposición con los auriculares y el "dentro cortinilla", pero en este punto de mi vida, este divertimento es una guinda en el pastel (una más), de una existencia relajada en tiempos revueltos (sí, como la serie).
Para que este artículo no se convierta en una mera cuña publicitaria de una cadena, de un programa o de una sección, y a la espera de poder colgar aquí o allá las apariciones de un servidor en formato cómodo de escuchar, sirva este rincón que me busqué para hablar de las bondades de un medio, la radio, al que le debo muchas horas de entretenimiento.
Cuando la tecnología moderna funcionaba en cintas de casette (lo del CD era una utopía cara y lejana), fui de los muchos que llené mis TDK gracias a la doble pletina o, en el peor caso, a colocar una impagable grabadora junto a un bafle, esperando con paciencia "esa" canción, mientras descubría, en el proceso, otras muchas que desconocía y que me han acompañado con el tiempo. Esa primera aparición de Roxette con "The look", cuando lo más sueco que había sonado por estos lares era ABBA, o aquel "The show must go on" cuando Freddy Mercury se nos iba sin remedio, son melodías que uno no se cansa de escuchar, incluso ahora que no tienen estática, y se graban simplemente con un click de ratón.
Ya hace unos años, cuando tan solo era un humilde baldeador de la Vega, descubrí gracias a algún compañero enganchado al transistor el impagable programa "Hablar por hablar", que ahora sigue en la SER, donde se juntaba lo mejor y lo peor, y que dio pie a grandes temas de conversación (donde el acostarse con quien no tocaba, estar arruinado o querer quitarse de enmedio resultaban recurrentes día tras día).
Ya tiempo después fui de los que presencié (quizá mejor "escuché"), el alumbramiento de KISS FM, emisora pastelera pero siempre agradecida. Aquella cuña de "música sin estridencias" era una "vuelta a los orígenes", porque los 40 Principales se habían convertido en una plataforma de la comercialidad más rancia, y, por si eso fuera poco, Joaquín Luqui había pasado a mejor vida, haciendo compañía a tantos buenos que se fueron.
Y, por qué no decirlo, las tardes de sábados y domingos no serían tan divertidas sin escuchar el desparrame del "Carrusel Deportivo", a pesar de que alguna vez acabes harto del "¡Coronita, woh!" o del "Tu retratito lo llevo en mi cartera". Por cierto, a ver quién tiene cojones de decir que escucha el Carrusel y no sabe que el jamón Guijuelo es único en el mundo, undo, undo, o que las bodegas Bocopa tienen los vinos de España y de Europa...
Asi, a pesar de que uno tampoco llega el primero a la meta (siempre hay "raros" que han hablado de "rarezas" en FM o en onda media), ahora me ha tocado a mí.
Ya hemos desbarrado de zombies, de super-héroes y de James Bond. La semana que viene, turno para Conan.
Si alguien quiere una canción dedicada, ya sabe dónde encontrarme. Porque el video mola mucho, pero nunca matará a la estrella de la radio...
JOSÉ VILASECA
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