martes, 20 de noviembre de 2012

TU VERDAD, MI VERDAD... LA VERDAD


La verdad no le interesa a nadie. En absoluto. Esta conclusión, que puede escandalizar a más de uno (y más, teniendo en cuenta mis pacíficas y buenistas últimas entradas en el blog), no es sino el reflejo de una sociedad a la que, por lo general, no le interesa la verdad... sino que le regalen el oído.

Últimamente, cuando escucho frases que empiezan con si te digo la verdad... o preguntas que repiten el formato ¿quieres saber la verdad?, hago como Gandalf (el Gris), y exclamo aquello del ¡corred, insensatos! Porque, sinceramente, la gente no quiere saber la verdad. La gente aplaudirá al corrupto a la salida de los juzgados, por mucho que demuestres su culpabilidad; la gente preferirá aceptar una foto trucada, demostrando que su portugués preferido NO le metió el dedo en el ojo al rival, que la verdadera donde le hinca la huella dactilar hasta el cerebelo. Es la victoria del déjame vivir en la ignorancia.

Hoy, un año después del último cambio de Gobierno, nos indignamos por las mentiras de Rajoy, por sus incumplimientos de programa electoral... que no es más que un reconocimiento de que vivíamos mejor engañados como borregos frente al matadero por el ejecutivo anterior, capaz de ocultar tres puntos y medios más de déficit (¿y nadie ha acabado en prisión por ello?). Crucificaremos a un señor, que seguramente vivía más tranquilo siendo registrador de la propiedad, porque nos ha dicho que es verdad que les mentí y dejaremos correr las mentiras de otro señor porque, al fin y al cabo, con él teníamos otra paga extra los funcionarios (aunque esto supusiera seguir endeudándonos hasta el infinito).

O, yendo a un tema más mundano, peor aún, ocurre cuando alguien te pide tu sincera opinión. La has cagado, chaval. En ese punto uno, que es perro viejo, se pone la tirita antes de sufrir la herida y pregunta: ¿quieres mi sincera opinión... o quieres que te diga lo que quieres oír? Muchas veces, ante esta respuesta a la gallega, hay personas que se molestan, pero siempre menos que si le das realmente tu sincera opinón.

Después de años de blog, de contar mi verdad (que no es LA verdad... pero es una versión de la realidad como cualquier otra), de sufrir la visita ocasional de anónimos (que son mentiras personificadas... porque no hay mayor verdad que dar la cara en todo momento), he llegado a la conclusión de que la verdad es borde, amarga... por mucho que digan que sus frutos son dulces. Y el que se atreve a ir con la verdad por delante, se convierte en un brofe al que hay que ignorar, no sea que diga algo que nos haga abrir los ojos, que nos duela...

No sé si esto será una rendición, pero me he cansado de que este blog siga siendo un muro de lamentaciones particular por la cantidad de falsedad e hijoputez que he tenido a mi alrededor; principalemente, porque compruebo cómo determinadas personas hacen de su doblez, virtud, y llenan sus blogs de chorradas hipócritas, cambiando de opinión, credo y camisa cada dos por tres, y no se les tacha de falsos o se señala su bajeza moral sino que son, simplemente, guays.

Yo no soy tan guay, pero después de mucho tiempo, he conseguido producir menos bilis y aprender a mirar hacia otro lado. El problema no es que no sea quien para dar lecciones morales a nadie, sino que, aunque lo fuese, no habría quién quisiera escucharlas. Porque a nadie le importa la verdad (la mía, la tuya...)

A partir de ahora, procuraré dirigir mis esfuerzos en este blog a la ligereza de las opiniones sobre temas sencillos o al autobombo. Si en algún momento alguien quiere volver a hablar de la verdad, que me pregunte personalmente. Con un poco de suerte, hallará en mí algo más que una indiferente subida de hombros.

José Vilaseca

1 comentario:

Maykel dijo...

Jajaja Hacía tiempo que no escuchaba una Verdad tan "Verdad". Tu si que sabes... me has ganado para siempre...