martes, 4 de mayo de 2010

UN AÑITO EN LA NEVERA

Aunque no lo parezca, y a lo tonto, este mes hará un año que El Corazón del León cerró sus puertas; y, salvo por la comodidad impagable de tener un punto de encuentro común para amigos de muchos lugares, lo echo poquito de menos.

Todo el rollo nostálgico viene porque, precisamente este pasado fin de semana, volví a hacer dos cosas que prácticamente había abandonado desde el cierre de nuestra tienda: Visitar "a la competencia" (que ya no es tal, y en realidad nunca lo ha sido), y pintar miniaturas.

La vista fue motivada por el ánimo insistente de Domingo Bou, buen amigo y mejor persona, que ha comenzado a trastear con la Segunda Guerra Mundial gracias a Flames of War, y que ahora visita con regularidad la tienda de Benimaclet. Lo cierto es que me apetecía poco o nada acudir a ningún lugar de esparcimiento y ocio, básicamente porque me queda poco que ver o comprar, y en mi casa todavía tengo bastantes cajas que deseo enviar al guano por un módico precio. Pero, bueno, Domingo bien vale un viaje en tranvía y un par de dedos cruzados para no tener que cruzarme con nadie que tenga ganas de discutir.

La cita era en Generación X, que, en principio, no conocía más que por referencias en internet. No tardé en descubrir que Fernando, uno de los tenderos, había regentado en sus tiempos Roda del Temps (ya es casualidad que el último artículo hablara de ellos; por cierto, me confirmó que el servicio de bar estaba en Dominia y que ellos eran simplemente tienda... o que todavía guarda alguno de esos legendarios mazos de "La ira del dragón").

Echanmdo un vistazo, vi mucho y bueno, aunque, claro está, mi nivel de desconexión es tal que me apetece poco bucear en mi cartera y darle una oportunidad a Hellblazer, a Los Muertos Vivientes, a los muchos juegos de tablero que se extendían por las estanterías, o a las miniaturas de FOW. Supongo que pronto volveré "a las andadas", pero en aquel momento me limité a echar un vistazo a algunas partidas de Heroclix, con gente que me parecía conocer pero que no conseguía identificar; supongo que mejor así...

Tuve la ocasión de coincidir con Pablo Triguero y con Alexis Fernández, viejos conocidos. Podría decir que también coincidí con Manuel, hijo de este último, pero como no tuvimos oportunidad de saludarnos, supongo que porque no me vió, tan solo pude intercambiar un saludo de cortesía con su padre.

He de admitir que, a lo largo del tiempo que estuve en la tienda, me sentí bastante joven, preguntándome qué carajo hacía yo allí, como cuando contaba doce o trece años y no tenía idea de qué iban aquellos juegos raros en las pocas tiendas que existían en Valencia. Imagino que, por la edad, he aprendido a estar callado y no se me escapó a "ah, ¿es que alguien juega aún a esto?" al escuchar a alguien hablar sobre según qué juego, y comprobé de primera mano como el Warhammer Fantasy se está yendo al carajo por momentos. La edad hace que ya pocas cosas me sorprendan, y me dio la sensación de parecer un tipo aburrido que iba como alma en pena de la sección de comics, muy bien surtida, hasta la de libros de fantasía o juegos de mesa. Supongo que alguien, al marcharme, preguntaría quién coño era yo, y alguno quizá se quedaría con la copla de "anda, este es el cabrón de Vilaseca". Cria fama y échate a dormir, dicen...

Que nadie vea una velada crítica en este texto a los dueños del local, que me trataron con toda amabilidad y con una atención exquisita. No hay nada malo que pueda decir de ellos y de su tienda, insisto, que luego siempre aparece un hijodeputa correveidile con ganas de liarla y mintiendo al gusto. Queda dicho.

En cuanto a las miniaturas y su pintado, la verdad es que pensaba que iba a manchar tres miniaturas y, al final, me quedaron bastante mejor de lo que pensaba. Supongo que todo es ponerse, y que esto es como ir en bicicleta. Igual me va a tocar hacer como alguno de los viejos rockeros, que encuentra más reconfortante pintar con un poco de música de fondo y un par de amigos cerca, que dedicarse a partirse la cara en Torneos chungos donde se discute más que se juega.

Me hago mayor, cada vez lo tengo más claro...

JOSÉ VILASECA

1 comentario:

de Quant dijo...

Uno no se hace mayor mientras tenga ilusiones.