jueves, 2 de agosto de 2012

El duro camino de editar un libro

A lo largo de las últimas semanas,  y por muy diversos motivos, algunos conocidos (y, por qué no decirlo, también personas anónimas), se han dirigido a mí preguntándome qué hacer para editar un libro, sabedores de que dos de mis novelas han visto (o van a ver la luz), habiendo recorrido senderos muy distintos. Dedicado a ellos, y a todos los que desean conocer un poco mejor el mundo de la edición, va dirigida esta reseña.

Como decía Jack el Destripador, vayamos por partes:

Has terminado tu libro. Has puesto el fin en la última página, se lo has prestado a algún conocido para que lo lea y te ha dado el OK. Te has pasado los ratos muertos revisándolo, buscando erratas y redundancias. En definitiva, tienes un pisapapeles enorme, encuadernado en la tienda de reprografía de la esquina y no sabes qué hacer con él.

  En primer lugar, piensas que por qué carajo va a valer más que tú esa gente desconocida llamada Dan Brown, Tom Clancy, Stephen King o, verbigracia Risto Mejide. Por tu cabeza pasan imágenes erótico-festivas en las que los editores más famosos se echan a tus pies, suplicándote que les vendan los derechos sobre tu libro. En definitiva, si quieres que te editen by the face (tú pones la obra, ellos ponen el trabajo de edición y te pagan un porcentaje...), te toca recorrerte todas las editoriales posibles y ofrecer un ejemplar para su posible edición... y cruzar los dedos. En muchos casos, donde la obrita es un tocho de estos que sirve para secar hojas en plan colegial, hay dos alternativas: Gastarse un dineral en copias físicas, o gastarse una pequeña cantidad, pasar por el registro, y limitarte a enviar un PDF allá donde interese, sobre todo si a alguien le da miedito eso de que su obra vaya dando tumbos en formato digital entre manos desconocidas.

Evidentemente, si es de temática especializada (fantástica, de terror, filosofía pura... se entiende, ¿no?), busca en la red editoriales que trabajen de forma concreta con esta temática. Siempre puede haber alguien tan chalado como para editar cien ejemplares de las pajas mentales de tus tiempos de máster rolero, novelizadas en forma de trilogía (¿alguien dijo Dragonlance?), y que te pienses que eres la polla con cebolla. Pero, bueno, sobre originalidad y estilo propio, hablaremos en otra reseña...
 
En cambio, squieres que te lo editen pagando , hay muchas opciones, dependiendo de la cantidad de ejemplares que quieras editar; para satisfacer un poco el ego del escritor, las mejores opciones son Lulú, Bubok, Punto Rojo o similares, auto-ediciones vía internet con una cantidad reducida de ejemplares (para los amigos y poco más), eso sí, con su ISBN, posibilidad de hacer segundas tiradas si la cosa funciona, etc...; si quieres algo "a lo grande" (quinientos ejemplares o más), lo mejor es una editorial, por pequeña que sea, que te presupueste sobre los ejemplares que quieres y pasar por caja. Si tienes suerte (como yo la tuve), te pueden ayudar con la distribución, o hacerla ellos personalmente.

El precio final suele ir en relación ejemplares-páginas, y las páginas dependen del tamaño de letra y del libro en sí (no es lo mismo cartoné que rústica, por ejemplo). Salvo que te pienses que eres R.R.Martín y necesites mil páginas para contar tu historia, un libro de doscientas páginas, en una edición de mil ejemplares, puede rondar los tres mil euros, quizá un poco más. A ahorrar tocan...

Finalmente, hay muchos concursos literarios que incluyen edición del ejemplar. Siempre se puede probar suerte allí y, en el peor caso (que uno se vaya con las manos vacías, básicamente), puede recuperar su ejemplar, volver a revisarlo, y presentarlo a un nuevo concurso.

Respecto a la confianza de los certámenes literarios y la posibilidad de tongo, yo suelo desconfiar de aquellos en los que todas las obras participantes entran a formar parte del mismo volumen (generalmente, caso de relatos cortos o poesía), pues uno acaba haciéndole gratis el libro a un tercero, y no estamos en el mundo para regalar nada que no nos apetezca. En la otra orilla, aquellos concursos mejor dotados económicamente suelen estar "apalabrados" con cierta antelación, siendo el único posible premio para el escritor desconocido el hecho de estar entre los finalistas que, generalmente, supone algún pequeño contrato menor dentro de la editorial.

Espero que esta breve reseña haya sido de vuestro agrado. Y, sobre todo, que poco a poco vayamos recuperando el ritmo de escritura, incluso aquí, y que nunca debimos perder

JOSÉ VILASECA

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